Gabriela Wiener, escritora. Foto: Natalia Grande

Gabriela Wiener, escritora. Foto: Natalia Grande

Letras

Gabriela Wiener: "El 'boom' fueron cuatro personas viviendo como ricos y unos cuantos libros maravillosos"

Tras el éxito de 'Huaco retrato', la escritora peruana publica 'Atusparia', novela sobre "la traición política como traición amorosa y viceversa".

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Rebelde y salvaje, Gabriela Wiener (Lima, 1975) lleva veinte años en España destrozando convenciones y miedos a golpe de talento y libertad. Ahora, tras el éxito de Huaco retrato, impulsa Sudakasa, una residencia de creación migrante en Illana (Guadalajara), y publica Atusparia (Random House), novela sobre "la traición política como traición amorosa y viceversa".

Comenta Wiener que a Atusparia –la protagonista de la novela homónima, que recibe su nombre de un líder indigenista y del colegio donde estudió– le ha prestado recuerdos de su infancia, la rabia contra la injusticia y su presente en España.

"También un poco más de mi alocada adolescencia. Pero solo como punto de partida. Ninguno de los desenlaces de las historias de Atusparia tiene que ver con mis finales reales, por lo menos hasta el momento. ¿Quién te dice que no acabaré como Atusparia algún día? De hecho, en una entrevista reciente dije que quizá ya no escribo tanto sobre mi pasado como sobre mi futuro. Considero la literatura como un arte quiromántico. No entiendo esa gente que dice que la literatura es solo literatura y no puede cambiar nada. A mí y a muchas nos ha cambiado todo", añade.

Pregunta. ¿También le ha prestado algo de sí a Asunción Gross, la profesora que forma ideológicamente a los chicos del colegio y que desempeña un papel crucial en el relato?

Respuesta. También. Existe y no existe. Soy y no soy. Tiene cosas de muchas personas que he admirado, de las que he aprendido, incluso que he amado, pero también está inspirada en maestros, en luchadores sociales y en cuadros y líderes políticos insurgentes. Está hecha de libros e ideas, de discurso, pero quizá es el personaje más emocional y romántico del libro, mucho más que Atusparia.

P. Atusparia vive como si de una partida de ajedrez se tratara. ¿Puede la literatura dar jaque mate al racismo, a la intolerancia o la opresión?

R. Atusparia es una gran jugadora de ajedrez, entiende la importancia de la estrategia para el juego político, por eso puede a veces ser tan descarnada y tan funcional al sistema, pero el sistema, así como te ungió te devora. A Atusparia la devoró, es parte de una revolución fallida pero también parte de unos intentos democráticos fallidos.

"Habrá que construir algo nuevo, otra cosa que sea más sexy que el capitalismo y mucho menos criminal"

»Si no hemos podido hacer jaque mate a estas violencias que mencionas es porque siempre hay un monstruo más grande, tipo Estados Unidos o el autoritarismo, y mucho más corrompido por el poder que nosotros. No hemos levantado cabeza para buscar otro mundo posible desde que se cayó el muro y no vemos qué sigue después de los estallidos. Habrá que construir algo nuevo, otra cosa que sea más sexy que el capitalismo y mucho menos criminal.

P. ¿A qué se debe el triunfo de los populismos?

R. Hay que dejar de llamar populistas a todos los gobiernos que la cagan, casi como si fuera sinónimo de mala política o mal gobierno para que siempre asociemos estos males a lo popular. La investigadora argentina Luciana Cadahia propone provocadoramente que empecemos a llamar populismo a los movimientos emancipatorios de carácter popular y plurinacional.

»¿Cuántas veces nos ha traicionado el centro o el progresismo? En la legislatura pasada, tal como prometieron, el gobierno tendría que haber regularizado a medio millón de migrantes, estamos en la segunda temporada y nada. Tanto ha puesto el marco la ultraderecha que la socialdemocracia ya nos parece una buena cosa. Les ha dado resultado.

"El sistema solo tiene una manera de resolver los conflictos territoriales cuando quienes se levantan son indígenas: masacrando"

P. ¿Cree que su continente se ha librado al fin de la quinta estación de la que hablaba Manuel Scorza, la de la masacre?

R. Sin duda, no, al menos en los Andes no. Como escribió Scorza, ahí las estaciones son cinco, primavera, verano, otoño, invierno y masacre. Escribí Atusparia cuando todavía estaba tibia la sangre de los jóvenes hijos de campesinos que asesinó a quemarropa el gobierno de Dina Boluarte en Puno y en la sierra del Perú. El sistema solo tiene una manera de resolver los conflictos territoriales cuando quienes se levantan son indígenas, basta ver la Historia: masacrando. El método para sofocar conflictos siempre ha sido perfectamente colonial.

P. El libro también narra una relación amorosa tóxica a tres bandas, marcada por las drogas...

R. No llamaría una relación a ese trío, es más bien un encuentro muy turbio que acaba muy mal. Cuando vi una serie de fotos de edificios soviéticos que quedaron deshabitados con el fin de la URSS, pensé que se veían igual a la urba donde yo había crecido, follado, me había drogado, o a cualquier paisaje después del amor o la traición. Como sabes, la novela trata de la traición política como traición amorosa y viceversa. Quise inventarme algo así como la perestroika peruana y no hay cómo ver el reformismo sin humor y lagrimitas.

P. ¿Qué papel juega Manuel Scorza en este libro y en su propia vida?

R. Es el tayta, la figura tutelar de mi novela. La vida, la literatura, la muerte de Scorza, todo en él es fascinante. Él solía jugar a ser personaje de sus libros y a meter referentes de la lucha popular e indígena también, por eso me inspiró para algunos asuntos narrativos y políticos y vitales que ilumina con su escritura y pensamiento. Creo que es uno de los escritores de los que más deberíamos estar hablando en estos días junto con Arguedas y Vallejo, son autores para este momento histórico, por toda la poesía y la denuncia de las injusticias y la solidaridad de sus libros.

P. Por cierto, ahora que Kamala Harris es candidata a la presidencia de Estados Unidos, ¿cree, como Atusparia, que una mujer en el poder no puede ser garantía de nada?

R. Sí, lo creo completamente. Una mujer en el poder es el poder.

P. ¿Cómo va el proyecto Sudakasa, ese refugio/casa/residencia que junto a otras escritoras y artistas ha creado?

R. Para empezar somos una casa, un refugio migra y sudaka campestre, el "pueblo" que no teníamos a una hora de Madrid, porque el pueblo real está cruzando el charco. También es un espacio de experiencia para la escritura y el arte en comunidad donde escribimos, sanamos, hacemos residencias, asambleas y comilonas. Queremos ser una trinchera crítica y politizar nuestro trabajo, que no consiste solo en elaborar productos de consumo de manera individual, queremos devolverle su dimensión colectiva a la literatura y poner sobre la mesa el tema de la redistribución del dinero de los libros.

P. ¿Cuál es la diferencia entre el realismo mágico y el realismo andino?

R. El primero es un invento literario, el segundo es la vida en los Andes.

P. ¿Es el auge de la literatura escrita por mujeres hispanoamericanas solo una moda, como dicen algunos?

R. Sea lo que sea, espero que de este boom quedé más para la historia que un puñado de libros maravillosos y cuatro personas viviendo como ricos.