Ana Blandiana. Foto: FPA

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Letras

Ana Blandiana, Premio Princesa de Asturias de las Letras: "En Rumanía los libros han sido vengados"

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Hija de un "enemigo del pueblo" encarcelado por el régimen comunista rumano durante años, Ana Blandiana (Timisoara, 1942), seudónimo tras el que se oculta Otilia Valeria Coman, dio voz durante décadas a las ansias de libertad de un pueblo oprimido. Su poesía, que "plantea preguntas fundamentales sobre la existencia del ser humano, en soledad y sociedad, ante la naturaleza y la historia”, ha sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras. Ahora también publica en España El tercer sacramento (Visor).

Poeta, narradora y ensayista, Ana Blandiana afirma a El Cultural que la cuestión esencial que marca su obra es "qué es el Bien y qué es el Mal y, sobre todo, qué relación hay entre ellos". Blandiana, que fue expulsada de la universidad en 1959 por la "traición" de su padre, reconoce que ante una dictadura "el escritor no puede hacer otra cosa que escribir. La cuestión es hasta qué punto su escritura, siempre subjetiva, tiene repercusión en la realidad objetiva".

Pregunta. ¿Y la tiene?

Respuesta. La respuesta a esta pregunta es realmente extraña: mientras que en una sociedad democrática esta influencia es casi inexistente, en una dictadura las cosas son diferentes no solo porque la gente está siempre en busca de la libertad, que ya no existe y cuyos últimos vestigios encuentra y respira en los libros, sino también porque –a diferencia de los dirigentes políticos democráticos, indiferentes a la cultura– los dictadores temen la perennidad de la cultura que intentan subyugar para perpetuar su imagen y, por tanto, su poder. Los escritores que se niegan, sea cual sea el precio que paguen por ello, se convierten en los árbitros del futuro tanto por el miedo a desenmascarar su culpa como por la esperanza que inventan.

P. ¿Qué piensa del populismo que parece apoderarse del mundo (Trump, Putin...)?

R. No me parece que pertenezcan a la misma categoría. No solo tienen dimensiones diferentes, sino también objetivos distintos. Putin es un producto poscomunista, que se beneficia de la enorme experiencia de represión y manipulación de la Unión Soviética. De forma aterradora, la resistencia y el coraje de la intelectualidad rusa, antaño tan heroicos, han desaparecido.

"Putin es un producto poscomunista, que se beneficia de la enorme experiencia de represión y manipulación de la Unión Soviética"

»Trump es un representante del conservadurismo estadounidense exacerbado por el miedo a los excesos del progresismo. Su irresponsabilidad tiene más que ver con la psicología que con la historia, pero su falta de cultura política pone en peligro no sólo a Estados Unidos, sino también al mundo que, al perder su centro de gravedad democrático, está dando paso al nuevo orden mundial de las dictaduras. El populismo utilizado por los dos se basa, aunque en diferentes registros, en mentiras, y un escritor es un profesional especializado en combatirlas.

P. ¿Cuál es el precio más alto que ha pagado por "su poesía indómita"?

R. La humildad de saber que todo es en vano mientras la solidaridad no sea posible y, al mismo tiempo, la obstinación dolorosa, casi insoportable, ligada a la imposibilidad de renunciar a la esperanza de que si "en el principio fue la palabra", esta podrá salir victoriosa al final.

P. ¿Qué pensaría su padre viendo que el tiempo le ha hecho justicia a través de su hija?

R. Hay una escena en uno de mis relatos en la que mi padre, llorando, saca libros de la biblioteca, arranca y tira al fuego las páginas que podrían ser incriminatorias. Es una escena que presencié de niña y que me ha perseguido toda la vida por la angustia y la humillación que contenía. Creo que se alegraría al saber que los libros han sido vengados, es más, que mediante ellos se ha llevado a cabo la venganza.

"La falta de cultura política de Trump pone en peligro no sólo a Estados Unidos, sino también al mundo"

P. Durante años sus poemas dieron voz a la Rumanía perseguida. ¿Hubiese sido la misma poeta de haber nacido en una sociedad libre?

R. Probablemente no, aunque la lucha por mantener, salvar y conservar la libertad debe ser incesante y es siempre necesaria en cualquier tipo de sociedad. Lo que ocurre es que en las dictaduras las cosas están más claras, el blanco y el negro están estrictamente delimitados, mientras que en las sociedades libres hay que tener buenos ojos para distinguir el peligro que supone los distintos tonos de gris.

P. ¿Qué queda hoy de la Rumanía de Ceausescu desde el punto de vista cultural? ¿Se autocensuran, quizás?

R. Lo único que los rumanos han conseguido de manera clara e incontestable en 1989 es la libertad, y la cultura es el único ámbito en el que haber dejado de utilizarla hace tiempo no les ha impedido saber utilizarla. Ya no hay censura, y en términos de autocensura estamos menos amenazados por los imperativos de lo políticamente correcto que ustedes, los occidentales. Me refiero a las generaciones de creadores que, habiendo luchado contra la censura durante medio siglo, la reconocen y la denuncian bajo cualquier forma que se oculte, mientras que los jóvenes que no vivieron bajo el comunismo son más fáciles de manipular.

P. ¿Hasta qué punto la poesía ha sido y sigue siendo para usted una necesidad vital?

R. Es no solo mi forma de expresión, sino también mi modo de existencia.

P. ¿Se siente una poeta subversiva?

R. Lo único que hago es expresarme, formular mi verdad. Que esta verdad adquiera o no una dimensión subversiva no depende de mí, sino de quienes se sienten solidarios con ella. En este sentido, ahora y también antes del 89, rechazaba el epíteto de valentía que se me atribuía, porque aquellos que copiaban mis poemas a mano eran más valientes que yo.

"En las cárceles comunistas de Rumanía, en los años 50 y 60, la gente resistía a través de la poesía aunque no tenían ni lápiz ni papel"

P. ¿Y una resistente?

R. Después de 1989 se produjo un largo debate en nuestro país en torno a la pregunta de si hubo resistencia a través de la cultura y si fue suficiente. Ahora, cuando tengo la impresión de que asistimos a una desculturalización programada (a través de la simplificación de la educación europea, de la supresión de la alta cultura y su sustitución por una cultura de entretenimiento, debido al bajo nivel cultural de redes sociales y la disminución del gusto de los jóvenes por la lectura) me parece que la resistencia a través de la cultura sería la solución para salvarnos. En las cárceles comunistas de Rumanía, en los años 50 y 60, la gente resistía a través de la poesía aunque no tenían ni lápiz ni papel. ¿Por qué no iba a resistir cuando hay tantas cosas contra las que quiero y puedo hacerlo?

P. Para escribir necesita...

R. Lo único es soledad absoluta, tengo que entrar como en una cápsula en un fragmento de tiempo en el que no hablo, no me reúno con nadie, sin teléfono, sin correo electrónico. Escucho música, leo, pero sobre todo contemplo, me quedo en silencio.

P. ¿Qué puede adelantarnos del libro de poemas que publica ahora Visor?

R. El tercer sacramento es mi tercer libro, publicado cuando tenía 27 años, en un momento en que Rumanía atravesaba un breve periodo de semilibertad entre el final del proletcultismo estalinista y el comienzo de la dictadura de Ceausescu. Yo había conseguido superar el trauma de la primera prohibición y era uno de los nombres reconocidos de la generación de los 60. Este es probablemente el primer libro en el que mi voz, ahora personal y reconocible, ya no es la de la adolescencia, sino la de un misterio más profundo, casi religioso.

P. ¿Por qué cree que en Europa hoy triunfa la literatura rumana (Cartarescu, usted...)?

R. No nos parecemos en nada, pero representamos, cada uno a nuestra manera, la literatura rumana, que tiene una amplitud y una profundidad notables, una tradición cuya existencia hace 30 años nadie conocía; ya era hora de que la descubrieran. Sólo queda seguir explorándola.