Un retrato de G.K. Chesterton. Montaje: Rubén Vique

Un retrato de G.K. Chesterton. Montaje: Rubén Vique

Letras

Teatro completo de G.K. Chesterton: el hombre que creía en los milagros y el misterio en el mundo

La editorial Renacimiento recoge en un solo libro las cuatro piezas dramáticas del escritor briánico, autor de 'El hombre que fue jueves'. 

Más información: Las rarezas teatrales del poeta T. S. Eliot

Ignacio García May
Publicada

Era lógico que G. K. Chesterton escribiera teatro, ya que el tema esencial de su obra es el mismo que se encuentra tras la etimología de theatron: el reaprendizaje de la mirada. “Si pudiéramos destruir la rutina de un golpe y ver las estrellas como las ve un niño no necesitaríamos ningún otro apocalipsis”, escribe. Así pues, lo raro es que no se dedicara más a la escena, aunque dada su hiperactividad quizá, sencillamente, no tuvo tiempo.

Renacimiento ha recogido, en un solo volumen, las cuatro obras escritas por el autor. Magia es, y llevo años defendiéndolo, uno de los grandes textos del teatro británico de la época, aunque no es popular ni aquí ni en la propia Inglaterra. Seguramente se debe a su extrema sutileza: es una comedia etérea, y entre teatreros lo que suele privilegiarse es lo obvio.

Un noble contrata a un prestidigitador para que anime una velada social; el prestidigitador hace un juego particularmente extraordinario y un invitado, encarnación del materialismo más burdo, sufre un colapso nervioso. Para curarle hay que explicar cómo se hizo el juego, pero no es posible porque se trataba de auténtica magia, y ni siquiera el prestidigitador sabe cómo lo ha hecho. Chesterton, que creía en los milagros, nos da una lección soberbia sobre la presencia del Misterio en el mundo, y nos recuerda, como Rudolf Otto, que el encuentro con el numen no es algo que se deba tomar con frivolidad.

Teatro Competo

G.K. Chesterton

Varios traductores.
Renacimiento. Año 2025, 264 páginas. 19,90 €

El juicio del Dr. Johnson tiene una dificultad para el lector de habla española: el marco histórico donde tiene lugar la acción ha sido frecuentado por la ficción anglosajona, pero nos deja a nosotros un tanto fríos. Se alude a la catástrofe del Principito Charlie en Culloden y a la creación del Hellfire Club, y el protagonista, Samuel Johnson (que entre otras cosas fue tutor de Garrick) es de lectura obligada entre los escolares británicos.

Pero si aquí ya no conocemos a Nebrija o a, yo qué sé, Moratín, no esperarán ustedes que el espectador medio conozca a este señor. Superadas estas dificultades, la comedia transcurre con ligereza, interés, y el inconfundible humor chestertoniano. Un matrimonio de espías americanos llega a Inglaterra buscando apoyo para la revolución, y va encontrándose con personalidades de la época, lo cual le da al autor la excusa para reflexionar sobre la naturaleza del cambio, sea este político, filosófico o religioso. Lo mejor es la formidable andanada que se lanza al final contra los fanáticos de la ideología y los pelmazos de la catequesis política.

Las otras dos obras, La sorpresa y El pavo y el pavor, son trabajos menores. La primera se suma a la fascinación de entonces (1932) por los teatros de títeres, pero su argumento es endeble y no termina de arrancar. De la segunda, muy breve, llama la atención su familiaridad con lo poco que sabemos de los mummer medievales. Se hace raro que en una edición bonita y elegante como ésta abunden las erratas, aunque esperamos que el fallo se subsane en tiradas posteriores.