Ensayo

Corre, rocker

Sabino Méndez

4 octubre, 2000 02:00

Espasa Calpe. Madrid, 2000. 287 páginas, 1.500 pesetas

Sabino Méndez era en 1977 un adolescente despierto y cargado de fantasía. Justo en ese año llega el "punk" a España. Chicos muy jóvenes forman grupos y empiezan a tocar en locales que aparecen por toda la geografía española. A principios de los 80 Madrid comienza a tener fama de ciudad permisiva y dandi. Se abren locales como "Rockola", en los que actúan desde cantautores como Sabina o Aute hasta figuras del rock duro como Muro o Barricada. Por toda España se extienden los gestos de la movida madrileña. En Barcelona, Méndez lee mucho más de lo habitual y escucha tanto a Sisa o Silvio Rodríguez como a los Velvet Underground. Así hasta que en 1980 conoce, en una fiesta de rockers, a Loquillo. A partir de ahí nuestro autor forma parte como guitarrista y, más tarde, también como letrista, de Loquillo y los Intocables -posteriormente los Trogloditas- hasta que en 1989 abandona una de las bandas de punk y rockabilly más características de la "movida madrileña".

En este relato autobiográfico del autor de canciones tan escuchadas en su día como "Rock & Roll Star", "Cadillac Solitario", "El ritmo del garage", "Quiero un camión" o "La mataré" destacan dos líneas narrativas. La primera, original y minuciosa, describe la vida cotidiana, las giras, las actuaciones -el "backstage"- del pop español de esos años. La segunda refiere la utilización de substancias intoxicantes por parte de los músicos y su entorno. Si Méndez llama la atención porque pasa a través de la sexualidad de puntillas, abruma con su encharcamiento en la drogadicción. Poco sexo y mucha droga es lo que nos ofrece una autobiografía por la que desfila una larga hilera de conocidos personajes de la música pop y sus alrededores contemplados, al modo de Rousseau en sus Confesiones y más tarde Proust, como si todos -buenos y canallas- formaran parte de la estructura de la vida. Aunque Méndez reconoce al malvado y al compañero leal, no condena ni salva a nadie. En todo caso él ha sabido escapar del abismo.