Don Juan de Austria
Bartolomé Bennassar
4 octubre, 2000 02:00Bennassar pone de relieve que al no existir una edición de lo mucho conservado de la amplísima correspondencia de don Juan de Austria, toda biografía del personaje habrá de ser por fuerza provisional; pero este libro suyo ser&a
El Don Juan de Austria de Bennassar es un continuo acierto en el enfoque y tratamiento del tema, de equilibrio en las tomas de postura, de ponderación en los juicios, de estructura y de ritmo expositivo. También de la solvencia y lo concienzudo de su aplicación
No resulta fácil determinar qué es lo que hace de este personaje una figura tan atrayente. Desde luego cuentan las circunstancias novelescas de su vida, empezando por su nacimiento y crianza, pasando por su triunfo militar y concluyendo por sus devaneos sentimentales. También su sino, a medias trágico en el sentido griego y romántico, como apunta con acierto Bennassar, que puso fin a su vida a los treinta y dos años, y frustró sus casi incontenibles deseos de tener un reino propio y alcanzar otro rango que el del hermano ilegítimo del monarca más poderoso del tiempo. Pero no menos puede seducir su participación en algunos de los más notables acontecimientos militares de la época, en la Granada morisca, en el Mediterráneo y en Flandes, aunque, salvando Lepanto, su talento militar no encontrara ocasión de mostrarse en toda su previsible amplitud. Y, desde luego, puede fascinar su proximidad a los más oscuros espacios de la intriga política, los de Antonio Pérez, la princesa de éboli y el asesinato de su secretario, Escobedo. Está también la leyenda, inevitable ante alguien como él en los escenarios que pisó; en este terreno, es tan antigua como la propaganda antifelipina la acusación de que un Felipe II suspicaz y envidioso de los éxitos y renombre de su medio hermano, lo hizo envenenar.
Así las cosas, no parece tarea fácil escribir una nueva biografía de Juan de Austria que no sea reiteración de lo ya dicho y que guarde el recomendable equilibrio entre el rigor del experto y la soltura del escritor capaz de llegar a amplios círculos de lectores. Bennassar lo consigue plenamente; su Juan de Austria es un continuo acierto en el enfoque y tratamiento del tema, de equilibrio en las tomas de postura, de ponderación en los juicios, de estructura y de ritmo expositivo. También, naturalmente, de la solvencia en la información y lo concienzudo de su aplicación, como ya tiene acreditado en otras obras suyas.
Asuntos clásicos de controversia relativos a la vida de Juan de Austria quedan convincentemente tratados: nada reprobable hubo en el proceder de Felipe II hacia su hermano, a quien dio mucho más de lo que el testamento de su padre exigía, y, sin duda, nada tuvo que ver en su muerte. Descubiertas las intrigas de Antonio Pérez, le honró con un fastuoso funeral antes de enterrar su cuerpo (por cierto, troceado para traerlo de Flandes con más facilidad) en el recién construido panteón de El Escorial. La recreación que hace Bennassar del clima barroco de aquellas exequias se cuenta entre las mejores páginas del libro. Otra controversia tópica, la del alcance real del triunfo de Lepanto en términos estratégicos, se aborda también con detenimiento y rigor subrayando su innegable importancia. Bennassar pone de relieve que al no existir una edición de lo mucho conservado de la amplísima correspondencia de don Juan de Austria, toda biografía del personaje habrá de ser por fuerza provisional; pero este libro suyo será necesariamente punto de referencia para cuando esa biografía más acabada pueda acometerse, y mientras llega, será una de las mejores que se puedan leer.