El árbol y las nueces
Isabel San Sebastián y Carmen Gurruchaga
11 octubre, 2000 02:00El foco del análisis se centra en la fluidez y la complementariedad de la relación entre ETA y el PNV, más allá de los enfrentamientos derivados de sus diferencias estratégicas. La piedra de toque de la ortodoxia nacionalista para el PNV viene a ser, sobre todo después del pacto de Estella, la actitud hacia ETA. Ese sometimiento último del nacionalismo de paisano a los dictados de la banda obedece a una lógica muy sólida: si etarras y peneuvistas comparten el objetivo último de construir un Estado euskaldún, lo que se impone es un grado de violencia creciente, cuya intensidad aumenta y aumentará a cada nueva "conquista" política. En esto los etarras son tan lúcidos como consecuentes: sin violencia no hay independencia. La negociación y el rechazo de las "vías policiales" resulta así el oxígeno de ETA que el PNV -pero no sólo él- está siempre dispuesto a proporcionar, sobre todo cuando los éxitos policiales y la colaboración internacional amenazan con poner en coma a la organización terrorista. Por el contrario, las elecciones autonómicas en el País Vasco tanto como las generales han decepcionado una y otra vez la esperanza del PNV de conseguir, por vías democráticas, una mayoría social lo bastante sólida como para encarar la aventura independentista con éxito. De ahí el intento de que los gobiernos españoles le regalen al PNV esa independencia, del modo como las nueces caen del árbol sacudido por los embates del terrorismo, metáfora que da título al libro.
La cruda luz que las dos autoras arrojan sobre toda esa madeja de acontecimientos, tejida con los hilos de la violencia más cruel y de la más redomada hipocresía (faceta esta última en la que destaca la maestría de Arzalluz y que da pie a algunas de las mejores páginas del libro), ilumina asimismo la conducta, frente al nacionalismo, de los dos grandes partidos nacionales, socialistas y populares. En el caso de los primeros, el lector se sumirá en la perplejidad al comprobar que el PSOE combinó desde el principio la negociación con ETA con los métodos contraterroristas del GAL, sin que sea posible encontrar ningún fundamento coherente para esas dos políticas contradictorias. Tal vez, en un libro futuro, las autoras se adentren en el análisis de lo costoso y erróneo que ha sido para la izquierda haber aplicado la dicotomía franquismo/antifranquismo al fenómeno del nacionalismo en general y al de ETA en particular.
Por último, el lector se sentirá muy interesado por el análisis que llevan a cabo de las tensiones suscitadas en el gobierno del PP por la tramposa tregua de ETA y la génesis y el desarrollo del Pacto de Estella. Un terreno en el que se perfila la solidez estratégica de Mayor Oreja, al tiempo que se entiende bien el laconismo habitual de Aznar.