Ensayo

El camino

Shirley Maclaine

11 octubre, 2000 02:00

Plaza & Janés, 2000. 283 páginas

Tengo una amiga que, tras hacer el camino de Santiago, no se puede desprender de su cayado de caminante y con él va a todas partes. Algo parecido le sucedió a la actriz norteamericana Shirley Maclaine. A sus sesenta años, tras recorrer el camino, tenía intención de regresar en el avión sin desprenderse de su bastón y la azafata de turno se lo quitó, por razones de seguridad, de las manos. La anécdota resume muy bien el viaje hecho por esta reconocidísima y valiosa actriz. En el aferrarse a ese símbolo del bastón comprobamos la autenticidad de la prueba que llevó a cabo, y que ella ahora recoge en este volumen.

Maclaine ya llega "iniciada" a la experiencia del viaje a través de lecturas e ideas, de una actitud frente a la vida respetable para su edad y condición. El libro es claro y ligero, se lee bien, pero hay en él esa base de fusión o de comprensión con lo que se hace que lo dignifica.

Aparte de la experiencia física de recorrer el camino está esa otra experiencia interior de reconocerse en ensueños y en símbolos, de sortear de incógnito una España que, a ojos de una norteamericana, todavía es fuerte y "negra" en muchos de sus rincones.

No es lo usual, pues, que una persona como ella emprenda, con sinceridad, una aventura de estas características, que el lector reconozca su esfuerzo y su testimonio escrito. Hasta la bruja y los perros de Foncebadón -de los que todos hemos sabido- tienen en estas páginas rasgos de verosimilitud.

Hay, en fin, en el libro esa ingenuidad frente a las pequeñas o grandes obsesiones del camino que se manifiestan en frases como ésta: "Los perros son como los periodistas. Ponen a prueba tu verdad. Si yo andaba tranquilamente pensando en ser una con Dios, con los pies en el suelo y la cabeza en las estrellas, el ladrido de un perro o el gruñido de un periodista me ponían a prueba".