Juana la Loca, la cautiva de Tordesillas
Manuel Fernández álvarez
18 octubre, 2000 02:00La de Juana fue, más que nada, una tragedia personal en medio de un cúmulo de acontecimientos históricos a los que en realidad fue ajena, y que Fernández álvarez recrea con la solvencia que le da su conocimiento del peri
No faltan biografías de Juana la Loca, pero las más autorizadas tienen más de un siglo, como las de Moreno Villa, o se escribieron en la década de 1930 como la de Pfandl, lo que las aleja de cualquier criterio historiográfico actual. De ahí el interés de este volumen
No faltan biografías de este desdichado personaje, pero las más autorizadas tienen más de un siglo, como las de Moreno Villa, o se escribieron en la década de 1930 como la de Pfandl, lo que pese al buen apoyo documental de las tres, las aleja de cualquier criterio historiográfico actual. Esta de Fernández álvarez es reelaboración de la publicada hace un lustro y que se distribuyó poco, de modo que se la puede tener por nueva y actualizada; el incluir un apéndice documental de los años 1520 a 1555, aunque no haya en él ningún documento desconocido, incrementa su interés. Pero esos mismos documentos ponen de manifiesto lo dificultoso de hacer historia con la biografía de alguien que durante casi cincuenta años vivió en la reclusión de Tordesillas; salvo una breve y ambigua participación en la rebelión comunera, su existencia transcurrió al margen de todo cuanto ocurrió en su tiempo. Sólo el primer tercio de su vida lo pasó en relativa proximidad a los centros de decisión política, y nunca alcanzó a jugar un papel relevante o simplemente activo. Fue siempre objeto en las decisiones o ambiciones de otros, o víctima de ellas: de la política matrimonial de sus padres, de las apetencias de poder de su marido, de la razón de Estado de su padre. Si se la recluyó no fue en principio tanto por su enfermedad, como por ponerla a resguardo de intereses que pudieran instrumentalizar su legitimidad como reina, oponiéndola a la de quienes gobernaron en nombre suyo, su padre y su hijo. La suya fue, más que nada, una tragedia personal en medio de un cúmulo de acontecimientos históricos a los que en realidad fue ajena, y que Fernández álvarez recrea con la solvencia que le da su conocimiento del periodo, aunque sin acertar siempre a vincular estructuralmente el personaje con su momento.
Precisamente en ello pudiera estar lo más interesante que de la vida de Juana la Loca cabría extraer. Por ejemplo, ¿hasta qué punto se vulneraron, no ya sus derechos, sino la legalidad de la sucesión al proclamar rey a su hijo? Se ha hablado incluso de "golpe de Estado", pero el libro no entra a fondo en esta cuestión. Se abre éste con un resumen sobre las manifestaciones de la mentalidad mágica del Renacimiento, insinuando las conexiones entre locura y posesión, pero este prometedor camino hacia la historia social de las mentalidades se abandona enseguida sin enseñar nada, a la luz del caso de Juana, sobre qué era en la España del siglo XVI un loco, y qué actitudes y conductas cristalizaban en torno a los dementes. La dureza en el trato que se usó con la reclusa de Tordesillas, ¿fue algo anómalo? Tampoco se avanza mucho en el conocimiento de su dolencia, evidentemente depresiva con violentos accesos celotípicos, ni se va más allá de la evocación en el paralelo con su abuela, Isabel de Avis, recluida en Arévalo desde 1454 a 1496 con síntomas similares a los suyos. La historia más tradicional quería enseñar no sobre las sociedades, sino sobre cosas como las pasiones humanas. Este libro, sin hablar directamente de ello, está posiblemente más cerca de este modelo que de otro; como su evocación del período es completa y solvente vale la pena leerlo.