Con nombre propio
John K. Galbraith
18 octubre, 2000 02:00Además de su valía y originalidad intelectual, y de la enorme vastedad de sus conocimientos, Galbraith ha tenido la fortuna de vivir una existencia apasionante, más allá de la monotonía académica
El presente libro no consiste en un simple anecdotario expuesto con inteligente ironía. En realidad, el protagonista es el propio Galbraith y sus sucesivos empeños al servicio del Estado, gracias a lo cual conoció a personajes de extraordinario interés
Nacido en 1908, este autor prolonga hasta nuestro días una tradición del pensamiento económico de origen norteamericano, el institucionalismo, corriente que adquirió notable influencia a comienzos del siglo XX, sobre todo con Thorstein Veblen y su obra Teoría de la clase ociosa (1899). Se caracteriza esta tendencia por una profunda desconfianza hacia las ventajas proclamadas del capitalismo, y también por prestar una atención particular a las cuestiones sociales -en su sentido más general- de la economía. Tal vez sea la obra más institucionalista de Galbraith -y, en mi opinión, uno de sus mejores libros- La sociedad opulenta (octava reedición española en Ariel, 1992). Otra obra muy singular suya es Historia de la Economía (octava reedición española en Ariel, 1989), de cuya lectura se extrae la incómoda -y, por ello, saludable- sensación de que los economistas clásicos revisados por Galbraith expresan ideas muy diferentes de las que creíamos haber captado en nuestras propias lecturas.
Pero, además de su valía y originalidad intelectual, y de la enorme vastedad de sus conocimientos, Galbraith ha tenido la fortuna de vivir una existencia apasionante, más allá de la monotonía académica, y de ser capaz de expresar sus experiencias con un insuperable sentido del humor. A esta última clase de sus capacidades pertenece Con nombre propio, que lleva como subtítulo "De Roosevelt en adelante". No se trata este libro de sus Memorias, ya publicadas y traducidas al castellano (Ariel, 1982), sino de una excepcional serie de retratos de personas a las que Galbraith ha conocido en su lúcida y larga vida; la mayoría figuras de la política estadounidense, el matrimonio Roosevelt, Harry Truman, Adlai Stevenson, los Kennedy y Lyndon Baines Johnson.
Por cierto, el capítulo dedicado a L. B. J. es uno de los más divertidos escritos que conozco sobre figuras de la reciente historia política mundial. Pero también aparecen Albert Speer, Nehru, Trudeau y los laboristas Jenkins y Callaghan.
Es necesario subrayar que el presente libro no consiste en un simple anecdotario expuesto con inteligente ironía. En realidad, el principal protagonista es el propio Galbraith y sus sucesivos empeños al servicio del Estado, gracias a lo cual conoció a personajes de extraordinario interés. El autor pertenece a una generación de universitarios norteamericanos liberales que se impusieron a sí mismos, con rigor moral y deportiva actitud el objetivo de alcanzar resultados visibles y a corto plazo en la resolución de problemas sociales difíciles y arraigados en el pasado. La depresión de los años treinta y la política del "New Deal", la Segunda Guerra Mundial, la reconstrucción europea, la descolonización y el desarrollo del Tercer Mundo, la conflictiva coexistencia con la URSS y la defensa de los derechos civiles dentro de la Unión son algunos de estos retos en los que Galbraith tomó parte o pudo seguir desde primera línea. Y esa gran historia de nuestro mundo contemporáneo -relatada por un escritor sagaz y un economista escéptico- es la que sirve de trasfondo a un libro que sólo es pequeño por su brevedad y por la rapidez de su lectura.