Vivir sin ser visto
César Antonio Molina
18 octubre, 2000 02:00Galicia es, aparte de una metáfora fundacional, el tiempo de una juventud ardorosa, Grecia la tierra donde los mitos son trasuntos de una espiritualidad que renace siempre, Italia un vasto campo de vivencias y de símbolos. El libro se convierte en una obra donde conviven distintos géneros, del poema en prosa al ensayo, del retrato a la narración breve, del diario a la historia cultural. La literatura, el arte, el cine, las ruinas, las ciudades están traídas aquí como símbolos de la identidad personal, una identidad no exenta de idealismo. El idealismo de Molina es un idealismo vitalista, y en ocasiones trágico y está recorrido por un ansia de llegar a un conocimiento de lo sagrado, ese "sueño que haga breves las tinieblas", como dijo Marcial. "¿Dónde encontrarlo ahora?" se pregunta César Antonio Molina y es desde esa trágica interrogación de donde surgen las meditaciones y los anhelos por los que surca este cuaderno. Un cuaderno al que se ha querido dar validez a lo que algunos verán como una exhibición de sucesos y nombres ilustres. Pero que en el fondo está planteado como un recurso moral. Los retratos de Cunqueiro, Torrente, Claudio Rodríguez, de Jönger, de Strindberg, de Luzi, o de Celan están realizados desde el homenaje a esos hombres que lograron habitar poéticamente el mundo, como una forma de honrar y de buscar amparo en ellos.
El viaje al que nos invita el autor no es otro que al de su concepción de la literatura. Una literatura de pensamiento donde el poema sea capaz de sintetizar los mitos, las imágenes, los símbolos a partir de un idioma personal y secreto, imaginativo frente a una traducción fiel de la realidad.