Guerra, técnica y fotografía
Ernst Jönger
13 diciembre, 2000 01:00El verdadero objetivo de estos textos de Jönger no es de orden historiográfico. Lo que le importa en ellos es la fotografía, su historia y uso. Un objetivo en cuyo tratamiento literario Jönger no deja de enlazar con algunas de sus más famosas construcciones conceptuales
Gracias a Nicolás Sánchez Durá, coordinador e introductor de este volumen, que acaba de ver la luz como acompañamiento literario y guía de una notable exposición valenciana de las imágenes fotográficas de la Gran Guerra editadas en su día por Jönger, todos estos textos son puestos ahora, en cuidada traducción de J. B. Llinares, a disposición de lectores y especialistas. El volumen contiene además otros trabajos del mayor interés, firmados por el último secretario particular del escritor, Georg Knapp, por Horacio Fernández y por Enrique Ocaña. Todo un acontecimiento literario, pues.
El verdadero objetivo de estos textos de Jönger no es, de todos modos, de orden historiográfico. Lo que le importa en ellos -en un marco de gran carga cosmovisional y teórica- es la fotografía, su historia y su uso. Un objetivo en cuyo tratamiento literario Jönger no deja de enlazar con algunas de sus más famosas construcciones conceptuales. Porque para el autor de Tempestades de acero la fotografía es un producto nacido de uno de los registros mayores de la época moderna, caracterizada -como desde un ángulo no muy distinto ha hecho ver Heidegger- por el dominio planetario de la técnica y la movilización total, completa y sin fisuras de la sociedad por el trabajo. Por el dominio también, y por decirlo de otro modo, del motor, asumido por Jönger no tanto como el mero soberano de nuestro tiempo cuanto como "su símbolo, como la imagen simbólica de un poder para el cual la explosión y la precisión no constituyen antítesis". Una vez reconocida esta raíz, nada más coherente que la valoración de las imágenes bélicas como medio para reconstruir la "vivencia espiritual de la guerra". Fotografiar será elevar la instantánea a instrumento de la conciencia técnica.
Consciente, como Benjamin, de que el pie de foto es un componente clave de la instantánea, Jönger optó por redactar él mismo los pies de las fotografías incluidas en sus foto-libros. Con gesto polémico se distancia aquí de toda estetización idealizadora y glorificadora del fenómeno, que cierra la mirada a su horror y ferocidad. Pero, por otro lado, marca implacable sus diferencias respecto a cómo pacifistas y humanistas de talante político "avanzado" presentan la guerra. Identificado con una suerte de "realismo heroico", Jönger parte en estos textos juveniles de la constatación de que "todas las épocas han tenido sus guerras", razón por la que deberíamos enfrentarnos algo más analíticamente al fenómeno, preguntándonos, por ejemplo, por qué en la época del imperio de la técnica se ha intensificado hasta tal punto la crueldad del enfrentamiento. La respuesta no puede formularse desde la perspectiva de un pacifismo y un humanismo abstractamente "progresistas". Entre otras razones porque, tal y como Jönger ve las cosas, fue la ideología del progreso la que le dio a los poderes combativos "el mejor motivo" para una intensificación del enfrentamiento, así como los medios retóricos idóneos para presentar al enemigo como un "enemigo de la especie humana". La polémica está, pues, servida. De nada valdría trivializar lo que está en juego. Ni la intensidad, influencia y conflictividad de sus presupuestos, que han dominado la historia del terrible "siglo corto" a cuyo final nos ha sido dado asistir.