Image: Los místicos de Occidente(4 vols)

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Ensayo

Los místicos de Occidente(4 vols)

Elémir Zolla

20 diciembre, 2000 01:00

Traducción de José Pedro Tosaus Abadía. Paidós. Barcelona, 2000. 495 págs., 433 págs., 429 págs. y 386 págs.

Uno de los rasgos esenciales de esta obra es el de la originalidad de los textos antologados. Quizá sea ésto lo que la haya hecho famosa y única entre los libros de su género. Estamos ante una recopilación que revoluciona el tópico y arcaico concepto de misticismo

Una vez más se llena un clamoroso vacío que existía en el mundo de las ediciones en español con la publicación de una obra única en su género: Los místicos de Occidente, del gran Elémire Zolla (Turín, 1926), profesor durante muchos años en La Sapienza de Roma y uno de los más notables especialistas en el mundo de la literatura de los orígenes, del sincretismo y del estudio comparado de las religiones. Es, sobre todo, por esta monumental antología (Garzanti, l963) por lo que Zolla es universalmente conocido, pero no hay que ignorar otras obras suyas, como las tres ya traducidas por Paidós: La amante invisible, Auras y Las tres vías. Recordemos también otros emblemáticos títulos suyos como Archetipi, I letterati e lo sciamano, The Androgyne o Verità segrete esposte in evidenza(1990), una de las más lúcidas aproximaciones al tema del sincretismo.

Nos presenta ahora Paidós Los místicos de Occidente en su versión completa, en cuatro volúmenes (Mundo antiguo pagano y cristiano, Místicos medievales, Místicos italianos, ingleses, alemanes y flamencos y Místicos franceses, españoles y portugueses). Dos apreciaciones haría yo, de entrada. Una, es la de la clarificación que en la misma se nos ofrece del concepto de lo místico como algo profundamente heterodoxo y universalizado, por más que el título del libro haga referencia expresa a la cultura de Occidente. "El misticismo es la repetición, en una civilización que ya no es homogénea, de la experiencia iniciática" y, en este sentido, "se separa de la fuente misma de las sociedades modernas: del deseo de acumular riqueza y prestigio social".

También, en su hondo estudio introductorio y en las muy concretas notas a pie de página, Zolla nos remitirá al pensamiento y al misticismo de otras culturas, como la sufí.

El otro rasgo característico de esta obra es el de la rareza y originalidad de los textos antologados. Quizá sea este aspecto el que la haya hecho famosa y única entre los libros de su género. Al lector de nuestro país no le pueden resultar nuevos nuestros autores -algunos de los más grandes místicos occidentales-, pero no hay que olvidar el sentido utilísimo que tienen dentro de este panorama global. Además, no faltan sorpresas para los lectores no especializados a la vista de algunos "raros". Así, los de Alonso de Madrid, Diego de Estella, Luis de la Puente, Juan Falconi, etc. El Lope de Vega de los Soliloquios de un alma también entra dentro del plan general de Zolla.
El autor es muy preciso en su recopilación, busca en las fuentes más originales y el resultado no puede ser más sugestivo y abarcador. Nos basta con observar los índices, la selección de autores, la bibliografía de los textos seleccionados, para apreciar esas dos características primordiales que hemos señalado.

Si observamos que para Zolla místicos son Platón y Orfeo, Pitágoras y los Oráculos Caldeos, Marco Aurelio y Plotino, apreciaremos cuál es la línea de hondura intelectual y seguimiento que el seleccionador traza. Estamos, por tanto, ante una recopilación de textos que cuestionan y revolucionan el tópico y arcaico concepto de misticismo, en el que se han cebado no pocas corrientes intelectuales contemporáneas (neopositivismo, marxismo, psicoanálisis). La identificación, por ejemplo, de misticismo con "patología" es algo que ya desmontó Jung, pero que ahora Zolla vuelve a desenmascarar. De "jerga simplista" habla Zolla a la hora de valorar a los enemigos de lo que ha sido una sabia y provechosa fuente de conocimientos en todas las épocas. Seguramente, nadie más que el místico ha estado, desde los orígenes, del lado de la heterodoxia, de un tipo de saber abismal y sometido a la exclusión, a la persecución. Acaso, por encima de todo, lo que esta obra sea es un festín para el lector, un sabroso descubrimiento -junto a los grandes místicos- de esa serie completísima de autores "menores" que igualmente se identifican con el mensaje de los primeros, pero que a la vez ofrecen nuevas y sugestivas imágenes e ideas. Junto a la relación de místicos paganos, el segundo volumen de la obra vuelve a ponernos de relieve la incuestionable riqueza de la mística medireview europea, que se abre con Fécamp, Saint-Thierry y, sobre todo, con Bernardo de Claraval y Hugo de San Víctor, y que recoge en su conjunto paradigmas como los del Hesicasmo, Eckhart, Taulero o Suso, algunos de estos últimos tan decisivos, como ya han probado los últimos estudios, para configurar el misticismo castellano. Si en esta relación vemos recogidos a autores como Llull o Dante, comprenderemos mejor el carácter abarcador de este libro, y sus muchas resonancias filosóficas y literarias.

Destaquemos el trabajo del traductor de esta obra, Tosaus Abadía, en cuyo esfuerzo se ve dignificada al máximo la labor de los profesionales de la traducción. Lleva un prólogo de Valentí Gómez i Oliver, fechado en Montepulciano, en la primavera de 1999. En él se recoge el fragmento de una conversación entre Zolla y Oliver. En ella, el primero declara que Los místicos... son "el corazón de mi obra". También afirma algo que ya hace tiempo nos recordaron Bergson y Guitton a los españoles: que "la mística española es una de las cosas más importantes que puede ofrecer Europa". En este sentido, continúa Zolla: "es lógico que el público español pueda sentirse como en casa al leer todos estos autores". Más allá de los tópicos caducos, de las reservas de siempre, que así sea.