La novela popular en España
Varios autores
20 diciembre, 2000 01:00Por su parte, el colaborador que firma -para no desentonar- con el seudónimo "Fernando Martínez de la Hidalga" atribuye la decadencia de la novela popular al aumento del nivel de vida de la población, no sólo porque trajo consigo "otros medios de ocupar el ocio, como los viajes", sino también "porque el mayor nivel cultural parejo al desarrollo económico orientó a los lectores hacia otro tipo de lecturas de mayor calado intelectual" (pág. 19). En tal caso, habría que explicar a qué se debe la existencia actual de multitud de colecciones con títulos tan expresivos como Jazmín, Tentación, Gran Oeste, Dallas salvaje, F.B.I., Pistoleros del Oeste, Gaviota o La conquista del espacio, y por qué continúan reprimiéndose novelas de Corín Tellado o de Marcial Lafuente Estefanía.
Muchos de estos escritores populares, auténticos forzados de la máquina de escribir, acudieron a veces al seudónimo para ocultar su identidad por simple cautela: Marcial Lafuente Estefanía, que había sido oficial de artillería del ejército republicano durante la guerra civil y había sufrido una condena a muerte, adoptó al principio diversos nombres, como "Tony Spring" o "Dan Luce" para las novelas del Oeste y "Maria Luisa Beorlegui" para las de amor. Eduardo de Guzmán -descubierto como excelente memorialista en la transición- había escrito en periódicos anarquistas y utilizó seudónimos en su copiosa producción de obras de quiosco: como "Edward Goodman" escribió numerosas novelas del Oeste y de aventuras y reservó el seudónimo "Eddie Thorny" para los relatos policíacos. Hasta José Mallorquí, el inolvidable creador del Coyote -del que hay en este libro una espléndida semblanza a cargo de su hijo-, acudió a los seudónimos al comienzo de su fecunda carrera. De hecho, la primera aparición del Coyote estaba firmada por "Carter Murfold". Algunos autores descubiertos tardíamente para la literatura hicieron sus primeras armas en el cultivo de estos géneros populares. Así, Francisco González Ledesma, muy conocido a raíz de la obtención del premio Planeta en 1984, había sido durante años el fecundísimo "Silver Kane". Hasta el humorista Antonio Mingote publicó una novela policíaca titulada Ojos verdes con el seudónimo "Anthony Mask". Un caso especial lo constituye el escritor Pedro Víctor Debrigo de Duggi, cuya vida -esbozada aquí a grandes rasgos y muy eficazmente por González Ledesma (págs. 178-179)- es aún más novelesca que la de sus numerosos personajes. Con el seudónimo "Arnaldo Visconti" publicó colecciones escritas íntegramente por él, como El pirata negro y El galante aventurero -que suman entre ambas más de cien títulos-, y con el de "Peter Debry" colaboró asiduamente en series de aventuras o policíacas, como Servicio secreto o Brigada secreta.
La novela popular española de la posguerra no alcanzó gran calidad, y así lo reconocen los autores de este volumen colectivo. Ni las circunstancias ni la forma de producción facilitaban el sosiego creador. Pero hubo autores que, aún sometidos a las pautas de un género menor, dejaban entrever un talento narrativo especial, como Guillermo López Hipkiss, González Ledesma o Mallorquí, devorados por la necesidad de sobrevivir en tiempos difíciles.