Image: La lucha por la libertad

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Ensayo

La lucha por la libertad

José Antonio Marina y María de la Válgoma

27 diciembre, 2000 01:00

Anagrama. Barcelona, 2000. 364 páginas, 2.755 pesetas

Los autores sientan los precedentes de una sugerente propuesta de construcción de una "felicidad política" anclada en la dignidad humana. El ser humano es poseedor de un valor intrínseco desde el que sería posible la construcción de una "Constitución Universal"

Se abren las páginas de este libro y entra en la cabeza del lector una ráfaga de aire fresco y sugerente. Sus autores afirman que la intención de su texto es dar cuenta del lento pero inexorable proceso de humanización del hombre, con el fin de preparar el dibujo de una constitución universal basada en la dignidad de los individuos y en sus derechos.

Aciertan Marina y De la Válgoma al proclamar que conceptos como dignidad o derechos humanos son la expresión de lo mejor de las personas. Su propuesta no puede llegar en mejor momento. Vivimos, como se señala en estas páginas, tiempos de pesimismo, pasividad y enroque. Desde la ciencia política se nos advierte, cada vez con mayor insistencia, de la decadencia de la democracia en los países de la sociedad del conocimiento. Aquí y allá surgen politólogos convencidos de que la vida democrática atraviesa una época de agonía y olvido, tan sólo rota por el oportunismo electoralista. Como ha señalado Julián Marías se echa de menos, con demasiada frecuencia, una mayor densidad moral.

El contexto de la globalización favorece cierto abandonismo político que obscurece lo sustantivo de la democracia. Por otro lado, en los países postindustriales se está produciendo un fenómeno ya advertido por Karl Loewenstein hace años: el poder judicial se está convirtiendo en el elemento central del Estado constitucional. Las últimas elecciones norteamericanas constituyen un buen ejemplo. En este contexto, un volumen que lleva por subtítulo Teoría de la felicidad política y cuyo objetivo final es despertar la pedagogía de los valores humanos, no puede sino ser de total actualidad.

El vuelo de este libro no discurre por el espacio que los economistas y sociólogos denominan el Estado de Bienestar. La preocupación de sus autores no se establece en el plano de la relación de la democracia con el derecho a la seguridad social, el sistema educativo o el capital público. Marina y De la Válgoma prefieren situarse en el territorio en el que los valores -la dignidad es de capital importancia- son creencias o convicciones individuales sobre la bondad, o maldad del comportamiento humano.
Parafraseando a Kant, los autores afirman que "la humanidad nace con la disciplina", para más adelante señalar que en los confines del orden y la justicia está la compasión, la cual ha de entenderse como "participación en el dolor ajeno" y concebirse como motor de las luchas morales. Desde ahí, Marina y De la Válgoma hacen un recorrido, con ilustraciones estremecedoras, a lo largo y ancho del desarrollo del progreso moral.

Comienzan por llevar al lector por la lucha contra la esclavitud. Conmueve saber que pese a la Declaración de la ONU de 1948 estableciendo que todos los hombres son libres, la esclavitud fue legal hasta 1968 en Arabia Saudí. En 1980 se declaró ilegal en Mauritania. Hoy se "puede comprar un esclavo en Sudán por unas doce mil pesetas". Tanto España como Portugal tardaron en abolir la esclavitud, lo hicieron en 1867 y 1869 respectivamente.

De la esclavitud a la búsqueda de la democracia y la libertad de conciencia. "En España, el último hereje fue ahorcado en 1826". A empujones se va construyendo el soporte de la libertad de conciencia, el cual no es otro sino la afirmación del propio sujeto. Desde ahí, Marina y De la Válgoma muestran el "vía crucis" de las mujeres hasta alcanzar el plano superior de la existencia. A jóvenes y desmemoriados les recuerdan que "hasta 1975, el Código Civil español equiparaba la mujer casada a los niños, a los locos o dementes y a los sordomudos que no supieran leer ni escribir, por lo que se la prohibía contratar".

Discriminación racial, arbitrariedad jurídica y tortura dan paso a la cantata final de este volumen: la reivindicación de la fraternidad y la nación compasiva. ética privada y pública como punto de partida de la construcción de la "teoría de los ganchos trascendentales". Marina y De la Válgoma sientan los precedentes de una sugerente propuesta de construcción de una "felicidad política" anclada en la dignidad humana. El ser humano es, así entendido, poseedor de un valor intrínseco desde el que sería posible, en opinión de los autores, construir una "Constitución Universal".

Por último, Marina y De la Válgoma hacen un regalo al lector. Cierran su texto con un capítulo en el que, con paciencia y ternura, narran los avatares de la escritura, a cuatro manos, de este volumen. Muestran el gozo de hacer juntos un libro destinado a promover un mundo mejor.



Filósofo, pedagogo, catedrático de Enseñanza Media, científico ilustrado e "investigador privado", José Antonio Marina ha sacado de su ensimismamiento al pensamiento español de los últimos años con una sólida teoría filosófica y una constante labor de investigación y divulgación. Entre sus obras destacan ética para náufragos, Teoría de la inteligencia creadora, El laberinto sentimental, Diccionario de los sentimientos y Crónicas de la ultramodernidad. Ha obtenido el Premio Nacional de Ensayo, el Giner de los Ríos de Innovación Educativa y el Premio Anagrama de Ensayo.