Image: Pensar en público

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Ensayo

Pensar en público

EUGENIO TRÍAS

21 marzo, 2001 01:00

Destino. Barcelona, 2001. 390 páginas, 2.900 pesetas

Bajo el ropaje de un estilo exento de artificio en este volumen se esconden ideas que perturban la calma de las opiniones comunes. Y no termina ahí la incomodidad: Trías no responde a ninguno de los modelos vigentes de filósofo que interviene en la Prensa

Eugenio Trías inició sus colaboraciones en la Prensa el mismo año en que dio comienzo su andadura filosófica. De 1969, en efecto, data su primer artículo de prensa y su primer libro, La filosofía y su sombra, un texto llamado a renovar el estilo ensayístico en lengua española. Esta coincidencia no es anecdótica; ambas dedicaciones han discurrido en paralelo, dando pública cuenta de la progresiva maduración de su pensamiento.

Trías es, ante todo, filósofo. Sólo desde el ejercicio de esta vocación cabe entender su obra periodística. La singularidad de esta última radica, a nuestro juicio, en la constante reivindicación de la necesaria inoportunidad de la filosofía. En este sentido, el oficio de pensar, aplicado al exiguo espacio del artículo de Prensa, debe iluminar lo "oportuno", lo actual, desde la inactualidad en la que se instala el genuino pensamiento crítico. Esta actitud genera, sin duda, algunos inconvenientes; en ocasiones, y siempre al calor del momento (un calor que suele producir ceguera temporal) Trías ha sido tenido por enemigo del progreso, amigo de terroristas islámicos, irracionalista entregado a delirios religiosos o inicuo traidor a la causa nacional catalana. Ninguno de estos u otros muchos ataques han alterado en lo sustancial el talante intelectual del autor, más partidario del mesótes aristotélico que de la hybris, más afín a la figura del profeta que anticipa lo que ha de ocurrir que a la del sacerdote de una ideología o una doctrina concretas.

Pensar en público reúne por vez primera artículos de Prensa publicados por Trías en los últimos treinta años. Han sido ordenados temáticamente en siete secciones. La política española, internacional y catalana son el tema preferente de sendas secciones, las tres primeras. En la cuarta sección se recopilan artículos sobre arte y estética. La quinta se compone de textos centrados en aquellos pensadores (Nietzsche, Hegel, Schelling, pero también Unamuno o d’Ors) elegidos como antecesores e interlocutores por el autor. La penultima sección da cuenta del interés de Trías por el pensamiento oriental, especialmente por aquel que marca la edad dorada de la filosofía islámica. Cierran el libro dos artículos que, al hilo del problema de la muerte, exhiben el rendimiento especulativo del pensamiento maduro de Trías, la Filosofía del Límite.

Leídos con la perspectiva que proporcionan los años transcurridos, muchos de los artículos incluidos en esta antología sobrecogen por su lucidez. De 1969 data "Contra el progresismo", diagnóstico demoledor de su propia generación. En 1971, publica en Triunfo un texto quizá ininteligible en aquel entonces: usando a Camus y Artaud como camuflaje, el tardofranquismo aparece como una farsa, más estúpida que siniestra. En plena transición democrática, cuando aún la izquierda desconfiaba del proceso de reforma política, Trías escribe "Amor cívico", un artículo en defensa de un modelo de comunidad asentada sobre la idea de ciudadanía. En 1981, inmediatamente después del fallido golpe de Estado, Trías apela a la idea hegeliana de reconciliación como fundamento de la libertad. En 1987, propone la España de las ciudades frente a la España de las causas nacionales. En 1990, se anticipa a lo que luego se ha revelado como una necesidad contemporánea: la reconstrucción de un espacio de diálogo intelectual entre la filosofía y la religión. En 1991, a propósito de la Guerra del Golfo, reivindica el diálogo cultural entre Oriente y Occidente como única vía para evitar futuros conflictos bélicos.

Los ejemplos podrían multiplicarse. Pensar en público es, ante todo, un libro incómodo. Bajo el ropaje de un estilo exento de artificio, diríase hasta amable, se esconden ideas que perturban la apacible calma de las opiniones comunes. Y no termina ahí la incomodidad: Trías no responde a ninguno de los modelos vigentes de filósofo hispánico que interviene puntualmente en la prensa escrita. No parece cuadrar con el paradigma de intelectual comprometido, ni con el de portavoz de filosofías foráneas, ni con el del que se halla en constante misión fundacional, ni con el del castizo energúmeno. Más bien nos hallamos ante un pensador capaz de ejercitar su propia vocación contra toda circunstancia y de convertir ese ejercicio en crisol de la propia época. En un libro memorable, Ramón Carande puso nombre a quienes pertenecen a esta inusitada especie intelectual: los llamó raros.