Ensayo

Junta de Sombras. Estudios helénicos

ALFONSO REYES

28 marzo, 2001 02:00

Fondo de Cultura Económica. México, 2000. 400 páginas, 1.500 pesetas

Definido por Paz como "una pequeña obra maestra", Junta de Sombras no deja de ser un libro tan insólito como singular y tan erudito como extraño. No es frecuente encontrar, entre nosotros, unidos en un solo hombre, una tan amplia riqueza de saberes y una sintaxis tan inteligente puesta al servicio de un estilo tan exacto como su reflexión. Su prosa, admirada por Borges, sigue una norma casi cervantina que se ajusta al tono culto de lo coloquial. Como la de Dámaso, parece hecha para ser más oída que escrita y, como la de éste, tiene un ritmo y una naturaleza casi oral. Los veinticinco estudios que componen esta Junta de Sombras, a la que Ernesto Mejía Sánchez ha añadido una nutrida red de pertinentes notas, supone un recorrido por la realidad de Grecia y configura una especie de historia de su espíritu y un catálogo de temas y motivos de su geografía, su arte y su literatura, vistas a la luz de su estructura y evolución mental.

Junta de Sombras explica la idea que de Grecia se hizo Alfonso Reyes y, en este sentido, significa y contiene la serie de pasos cronológicos en los que, según él, la filosofía griega se formó. Su originalidad reside en la forma de describir esos pasos y en que no es ni la visión de Jaeger ni la de Nestle sino otra que, sin dejar de ser documentada y sistemática, tiene siempre un sello inevitablemente personal. El primer estudio insiste en el concepto de mar y de viaje, en la llamada "ley de los istmos", que determina la situación de ciudades con vistas a dos mares, en las migraciones por agua y en el oráculo de Anfiarao. La página 19 ofrece una datación tan imposible como equivocada, que ha de ser vista más como una errata que como. un inexplicable error. El segundo ofrece un mapa de la cuestión homérica; el tercero, una comparación entre Aquiles y los consejos del Viejo Vizcacha en el Martín Fierro; el cuarto, un cómputo curioso del número de pretendientes abatidos por Ulises y una conjetura sobre cómo Eurínomo se libró de la carnicería final; el quinto es un elogio de Hesíodo; el sexto, una disertación geográfica y política de la mano de Polibio, de Bérard y de Toynbee, que desemboca en esta conclusión que habría hecho las delicias de Azorín y de Baroja: "que las ciudades fueron fundadas algún día y que, después de todo, están en el campo".

El séptimo explica que "Ser griego era participar de cierta visión del mundo y de cierta actividad en el mundo; era -dice- haber sido iniciado en la comunidad helénica, o hasta haber caído atrapado en ella de manera insensible". Reyes sintetiza aquí la Early Greek Philosophy de Burnet, como, en el siguiente, explica que "los jonios son la aurora de la edad moderna", compara a Anaximandro con Harvey y Torricelli, y recuerda que Taine dijo que "las ocurrencias de los griegos se confunden con la verdad". El noveno es una excursión por el pitagorismo, y el décimo, una auténtica joya de crítica literaria, en la que el lirismo arcaico es presentado como acaso fue. El undécimo, "La historia antes de Heródoto", recoge un texto -poco conocido- de Estrabón sobre el origen de la prosa artística, y el contexto histórico en que vive -el de 1944- le permite afirmar que "La llíada no es más que uno de los episodios, el más septentrional, del desembarco de los 'comandos' griegos en el litoral asiático". El duodécimo, "Fastos de Maratón" fue su discurso de ingreso en la Academia Mexicana y supone no sólo una defensa política y militar de Atenas sino un rechazo cultural de Esparta: en él Reyes estudia todos los pormenores de la batalla de Maratón, cuya táctica sería imitada por Epaminondas en Leuctra y Mantinea y, más tarde, por Alejandro Magno y Federico el Grande. Y, con Los Persas de Esquilo y Pausanias en la mano, establece un cuadro al que no es ajeno ni la historia ni la emoción. Esta tragedia de Esquilo constituye el núcleo del siguiente estudio, como Protágoras y Parrasio lo serán de los otros dos y, como Agatón, será el símbolo de la crisis propia de nuestro tiempo. Melos, Platón, Pytheas, Aristóteles, Demetrio Falereo, Elio Arístides y los últimos siete sabios sirven de tema a los siguientes, y uno de ellos, titulado " De cómo Grecia construyó al hombre' es un texto clásico sobre lo que ya es clásico en sí: en él Reyes defiende la paideia griega como sistema educativo y base de la cultura de Occidente, algo que, en tiempos como los que corren, conviene recordar y retener. Alfonso Reyes está, como Nebrija, contra los bárbaros, que ahora son, cada vez más, legión. Consuela releer un libro como éste y descubrir entre sus páginas la estructura moral de un alma superior.


HORA DE AMéRICA Crítico, traductor, novelista, ensayista y poeta, Alfonso Reyes (1899-1959) abandonó en 1913 México para refugiarse en las letras y en funciones diplomáticas al servicio de su país. Viajó primero a París, pero la guerra europea le obligó a trasladarse a España, donde residió entre 1914 y 1924. Después vivió en Francia, Argentina y Brasil, hasta que en 1939 regresó a México definitivamente Jamás se consideró ajeno a la tradición europea, ni sintió que fuese otra la tradición americana. Por eso, para él la "hora de América" era universal. Entre sus obras destacan Cuestiones gongorinas, Las vísperas de España y Obra poética.