La bella Otero
Carmen posadas
30 mayo, 2001 02:00Carmen Posadas ha hecho un más que digno trabajo como biógrafa en el que lo novelesco no pasa quizá de unas apostillas a pie de página
La bella mintió mucho para mantener su mito y su leyenda, pero como demuestra bien Carmen Posadas lo oculto es aún más novelesco, literario o interesante que lo inventado. Agustina/ Carolina Otero, hija natural de una madre pobre, nacida en la entonces perdida y pobrísima aldea pontevedresa de Valga (aunque mucho tiempo se hizo pasar por andaluza) ascendió a través de una alta y estudiada prostitución, y a través del baile que avalaba su furia española, a las cimas del démi-monde de la Belle-Epoque, llegando a ser una de las mujeres más ricas de la época (en torno a 1900) antes de dilapidar su fortuna y sus joyas en el casino -fue una perfecta ludópata- y dejar atrás con sus caprichos, su historia y sus mitos el amor de reyes y magnates que literalmente la cubrían de diamantes, desde Alberto de Mónaco -el oceanógrafo- su primer amante regio, hasta el zar Nicolás II o nuestro juvenil Alfonso XIII -ella decía que fue su iniciadora sexual- pasando por el Káiser Guillermo II, el rey Leopoldo II de Bélgica, o el Príncipe de Gales, poco antes de ser Eduardo VII...
Y bastantes más. No está mal para una chiquita humildísima y un tanto descarada que había sido violada en su pueblo natal, al filo de la nubilidad. Quizá lo que no esperó la singular Carolina Otero (amante o amiga también de escritores como D’Annunzio, Colette o Cocteau) es que, tras retirarse en beauté -aún hermosa- en 1914, con 46 años, viviría hasta los 97 bien entrados, muriendo pobre y olvidada en una pensión de Niza, tras haber autorizado casi diez años antes, una película sobre su vida que interpretó María Félix, y que no tuvo éxito.
¿Novela? Aquí hay verdaderamente un novelón. Y ahí está la gloria y pequeña cruz del buen trabajo de Carmen Posadas. La escritora alterna una biografía tradicional y bien hecha (y aún investigada) con otra parte novelesca en que la vieja Otero de la pensión de Niza, junto a su canario "Garibaldi", pasa revista al borde de morir, a las voces y sombras que le llegan del pasado y que ocasionalmente hablan también.La idea de esta alternancia es buena, pero el material biográfico sobrepasa en mucho a lo novelesco.
Carmen Posadas ha hecho un más que digno trabajo como biógrafa -casi un excelente trabajo- en el que lo novelesco no pasa quizá de unas apostillas a pie de página.