Image: Amor, poesía, sabiduría

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Ensayo

Amor, poesía, sabiduría

Edgar Morin

20 junio, 2001 02:00

Seix Barral. Barcelona, 2001. 77 páginas, 1.200 pesetas

Quizá este espléndido librito pudiera lejanamente relacionarse con los manuales que algunos humanistas, en el Renacimiento, preparaban para divulgar las ideas y los ideales de la sabiduría clásica. Pero aquí lo divulgador se vuelve sapientísimo y nítido, y el conocimiento, serena iluminación. Amor, poesía, sabiduría me ha encantado. Sólo alguien muy empapado de reflexión y saber hondo -Morin se reclama de la estirpe de Pascal- podría hacer un libro tan ameno, tan alentador, tan civilizador, tan claro... Se compone el tomito de tres conferencias, precedidas de un prólogo, pronunciadas y escritas por su autor en 1990 y 1995. El libro apareció en francés en 1997 e ignoro por qué el traductor o traductora ha preferido quedar en el anonimato, porque su español es grato de leer y sólo he encontrado dos errores, uno puramente erudito: el exceso de los griegos -que se menciona en el prólogo- debe transcribirse hybris y no ubris. Y a mí no me suena en español (hablando del Evangelio) ningún Sermón de las Beatitudes. Un falso amigo, claro. En francés llaman béatitudes a lo que nosotros decimos, religiosamente, bienaventuranzas. Como sea suena bien la traducción y diríamos mejor, sabe muy bien, pues se trata éste de un libro delicioso de leer pero destinado a hacer pensar.

Para Morin todo lo humano habita la continua dialógica entre el lado sapiens del hombre y el conjunto e inseparable lado demens. El hombre -todos nosotros- no es sólo sabio o razonador o inteligente, sino a la par loco, irregular, oscuro, aterrado y por lo mismo aterrador. Sabio será, pues, quien logre conjugar (en la diversa medida en que las circunstancias se lo permitan) la antagonía que nos habita y cuyos sesgos deben vigilarse mutuamente. "El complejo del amor" -el primero de los ensayos- nos dice que "el amor es la permanente regeneración del amor naciente". Y también que amor es "poseer lo que nos posee". Como toda pasión, el amor invita al necesario desorden vital, pero sin controlar ese desorden, el amor acabaría o nos acabaría. Al Amor (como a todos los grandes temas humanos) quizá nunca se llega. La pareja no puede sentirse en calma nunca sin la posibilidad de que el amor se extinga, pero tampoco sostendría vivir una pasión incesante o permanente... El segundo de estos luminosos textos, "La fuente de la poesía", argumenta que esta debe volver, parcialmente, a sus orígenes, es decir, al juego, al rito y a la magia. Vivimos hoy -asegura Edgar Morin- en la hiperprosa. La poesía, como quería el surrealismo (aunque no únicamente por tal camino) debe ayudarnos a "desprosificar la vida cotidiana". Pero sin duda el mejor de estos textos -y el más largo- es el último: "La necesaria e imposible sabiduría". Quien sólo quisiera ser sabio (razonador, lógico) se volvería loco y tampoco lo conseguiría. La necedad es el mal mayor del mundo contemporáneo. Llevar una vida razonable sería una mezcla entre el arrebato y la calma, el éxtasis y la actividad, entre la poesía y la prosa. Dijo Castoriadis: "El hombre es ese animal loco cuya locura inventó la razón". Hombre, a la par, cuerdo y loco. Demens y sapiens. Con el añadido unificador del autoexamen y la autocrítica. Pues no engañándonos a nosotros mismos, logramos entender y perdonar a los demás. Lo dije: un librito magnífico.

Edgar Morin (París, 1921) fue miembro de la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y ocupó diversos cargos en el gobierno militar francés en Alemania. En 1946 publica su primer libro, El año cero de Alemania, al que seguirán El espíritu del tiempo (1962, 1976), El conocimiento del conocimiento (1986), Pensar Europa (1990), Introducción al pensamiento complejo (1990) o Mis demonios (1994), entre otros muchos. Como pensador, se consagra a la búsqueda del método que se ha llamado "pensamiento complejo".

Edgar Morin (París, 1921) fue miembro de la Resistencia francesa durante la II Guerra Mundial y ocupó diversos cargos en el gobierno militar francés en Alemania. En 1946 publica su primer libro, El año cero de Alemania, al que seguirán El espíritu del tiempo (1962, 1976), El conocimiento del conocimiento (1986), Pensar Europa (1990), Introducción al pensamiento complejo (1990) o Mis demonios (1994), entre otros muchos. Como pensador, se consagra a la búsqueda del método que se ha llamado "pensamiento complejo".