Más allá de los signos
JAIME SILES
14 noviembre, 2001 01:00Ciertamente, sobre la práctica de la traducción de muy diversas lenguas, Siles teoriza, juzga y hasta propone alternativas concretas en una visión muy coherente de la traducción como escritura: ut poiesis, translatio. Sólo por el repertorio de ideas que despliega en torno a la cuestión este libro ya resultaría valioso. Pero lo que nos hace aún más sugestiva la lectura de esta experiencia crítica es que su autor va mucho más allá: necesita plantearnos su propia aventura de lector, perfilar en breves palabras la particularidad y los logros de cada poeta, argumentar sus valoraciones y justificar unas preferencias que no es necesario compartir en todos los casos para que resulten tan instructivas como estimulantes. El propio Siles asume expresamente que"como sucede siempre que un poeta escribe sobre otro, se dicen aquí cosas que sirven para ambos a la vez", por más que quien se expresa aquí es, junto al poeta y crítico, el erudito y el profesor que reflexiona sobre historia literaria, que traza en breves líneas la recepción de los poetas, desde Horacio a Cavafis o Pessoa -una de las tres excepciones atlánticas en el libro-, "el mayor poeta del siglo XX" y que insiste en la cuestión de los géneros poéticos, en la trascendencia moderna de la tradición epigramática helenística, en la importancia decisiva del tono en poesía.
Y todo ello mediante una prosa ágil, precisa, clara y rotunda en la que el pensamiento acude con frecuencia, para abrir su campo de acción, a imágenes sorprendentes y hasta humorísticas: "Los poemas de La Alegría recuerdan a la llamarada de una cerilla, al resplandor de una granada y a lo que experimenta quien la enciende, quien lo acciona o quien la sufre o quien la lanza", Rimbaud es "un objeto verbal no identificado todavía", etc.
Desde las traducciones de poetas antiguos griegos, persas, turcos y árabes a las de poetas modernos, Más allá de los signos traza un recorrido por la poesía mediterránea en el que ocupan un mayor espacio los italianos y en los franceses. Entre los catorce italianos destacan los textos sobre las principales traducciones de Leopardi en su centenario (Colinas, Bernal, Sánchez Rosillo -no reseña la de Nieves Muñiz-), así como sobre Ungaretti, Montale y Penna, aunque a Luzi lo valora como "uno de los máximos signos poéticos del siglo XX". Menos ardor revisten los textos sobre Pavese y Pasolini, siempre desde una descripción exacta de las poéticas respectivas. En cuanto a los franceses, Siles sitúa a Verlaine, "un instante que condensa una época", discute ciertas visiones actuales de Rimbaud, subraya a Mallarmé como un être de langage, concluye sobre Valéry que después de él "es difícil escribir sin la cabeza fría" y, muestra, en fin, cómo Apollinaire es "una mina de la que la modernidad extrae sus materiales líricos". Imposible dar justa cuenta del cúmulo de ideas, apreciaciones y juicios que contienen estas páginas que son una verdadera incitación a la lectura y a la discusión estimulante.