Image: Paisajes de guerra

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Ensayo

Paisajes de guerra

JUAN GOYTISOLO

28 noviembre, 2001 01:00

Aguilar. Madrid 2001. 356 páginas, 2.800 pesetas

"La mugrienta y cruel reiteración de la historia": éste es el leit motiv de la última obra de Juan Goytisolo, Paisajes de guerra, un título genérico, post-comunista y belicoso como corresponde a dos de los escenarios que se describen en este libro de cronista de guerra, Sarajevo y Chechenia. Dos escenarios inmersos en el hundimiento de la autoridad titista en Belgrado y en la crisis -el naufragio- del Estado soviético entre 1989-1991. En los dos escenarios, el autor despacha el paisaje que ha recorrido con sus fulminantes descripciones de corresponsal de lujo. Como es habitual en el autor, el retrato de los verdugos y de las víctimas está conseguido con economía de prosa.

En cuanto a los otros dos escenarios que integran la obra, se impone una matización fundamental. En Palestina ("Ni guerra, ni paz"), la víctima del verdugo es árabe y musulmana aunque cambie la naturaleza religiosa del verdugo, que en este escenario no es el caballero eslavo-ortodoxo, sino el tsahal israelí.

En lo concerniente a Argelia, la puntualización ha de apuntar aquí al fenómeno de la guerra interna (fitna, disensión según los árabes) como desencadenante del vendaval que ha azotado al país magrebí a partir de la suspensión del proceso electoral y constituyente de 1991-92. Más allá del "virus afgano" que haya podido inficionar al Frente Islámico de Salvación argelino, Goytisolo ha sabido infiltrarse por los entresijos de las fisuras anímicas sociales de las capas de población argelinas más galvanizadas por los arquetipos europeos; así como ha sabido dibujar, también, el perfil del revival musulmán: de las tinieblas tribales a la luz del progreso prometeico. Este esquema de la Ilustración está fallando en Argelia.

En puridad, los cuatro escenarios escogidos por Goytisolo para su descripción crítica de las crisis mayores del sistema internacional, que posee su eje y vector en los países ribereños, ponen en bandeja al autor el ejercicio de una de sus prácticas escriturarias predilectas: la denuncia del atropello, el abuso de poder y la arrogancia etnocéntrica. Afortunadamente, Goytisolo sigue pareciéndose a él mismo.