Una mente prodigiosa
Sylvia Nasar
13 marzo, 2002 01:00Va a cumplir los 30 años cuando empieza a asomar su enfermedad mental, quizá, piensa él, por sus esfuerzos en emprender una revisión de la teoría cuántica. Lo cierto es que durante casi 30 años estuvo sumergido en un estado de esquizofrenia paranoica verdaderamente espantoso: creía recibir mensajes del exterior de la Tierra o de grupos que dentro de ella conspiraban, estaba dispuesto a erigirse en presidente de un gobierno mundial y así lo comunicaba a los mandatarios de distintos países... Algo muy triste y patético que lo convirtió en un fantasma ridículo ante quienes le rodeaban, obligándoles a internarlo, hasta que fue olvidado casi por completo. No por todos: es emocionante comprobar la abnegación de algunos compañeros que, pese a todo, buscan solucionar sus problemas profesionales y económicos.
Lo mismo que su mujer, Alicia, que rechaza tratamientos que puedan provocar la ruina definitiva de su mente y se divorcia para librarle de una responsabilidad pero no le abandona y vuelve a casarse con él al recuperar su razón.
Porque, asombrosamente, consigue salir de las brumas de su delirio y poco a poco, seguramente con un esfuerzo imponente de voluntad, vuelve a recomponer su pasado, a realizar investigaciones matemáticas y a convertirse, en los primeros años 90, en un "milagro viviente". Lo cual se hace mundialmente explícito al concedérsele en 1994 el Nobel de Economía, por su aplicación a esta ciencia de sus trabajos sobre teoría de juegos no cooperativos que desarrolló en sus años de Princeton; así vuelve a empezar en el mismo punto en que se detuvo, anulando el tiempo de su postración.
La periodista Sylvia Nasar ha confeccionado una excelente biografía no sólo con el auxilio de una exhaustiva documentación sino con un sinfín de entrevistas a personas que han tenido alguna relación con Nash. Entre ellas encontrará un matemático, como puedo ser yo, una buena colección de autores a los que ha leído o cuyos teoremas ha explicado o con quienes ha tenido incluso algunos esporádicos encuentros. Y nos encandila, casi con envidia, ver los nombres de los que, como Hürmander, Artin, Milnor o Niremberg ayudaron a la autora "a transcribir con claridad y precisión la originalidad de las contribuciones de Nash a las matemáticas puras".
Pero también producen tristeza sus palabras pronunciadas en 1996 en Madrid: "Recuperar la racionalidad después de haber sido irracional y reemprender una vida normal es algo magnífico, pero no seré un buen ejemplo de persona recuperada a menos que pueda realizar algún buen trabajo". Y añadió en un susurro melancólico: "Aunque ya sea bastante mayor".