Image: Filosofía en los días críticos. Diarios

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Ensayo

Filosofía en los días críticos. Diarios

Chantal Maillard

8 mayo, 2002 02:00

Chantal Maillard. Foto: Archivo

Pre-Textos. Valencia, 2001. 252 páginas, 15’03 euros

Según el Covarrubias, "días críticos llaman los médicos aquellos en que se puede hacer juicio y discurso de la enfermedad del paciente", es decir, se trata de los días, llamados tambien por la medicina antigua "decretorios", en que se espera la decisión del curso de una enfermedad.

Sin embargo, es más común su acepción eufemística para referirse a los días de menstruación. Ambos sentidos ayudan a comprender el título de estos diarios. La propia autora los define como un "ejercicio de egocentrismo". Tentativa peligrosa en la medida en que, como sugiere un pasaje sobre las enfermedades del yo, "toda excesiva atención y repliegue sobre uno mismo produce enfermedad y heridas que sólo se curan con la despreocupación de lo propio". La escritura del diario entendida como remedio puede ser peor que la enfermedad, ya que su insobornable voluntad de autoconocimiento acaba por hurgar en heridas mal cicatrizadas. Como señaló Goe-the la hipocondría no es más que el ensimismamiento del sujeto en el abismo de su interioridad. En este sentido, aunque se recurra a la filosofía en esos días en que el cuerpo se siente malherido, en que la tristeza se nos revela como nuestro yo más auténtico, la autora se aleja de la tradición de la filosofía como consolación metafísica en su variante estoica o cristiana. Maillard es implacable en el sondeo de su alma, y, como Canetti, ve en el diario un diálogo solitario con el interlocutor más cruel, consigo mismo, aunque ese sí mismo oculte el gran agujero que se llena de miedos y deseos hasta convertir al yo en vertedero o cárcel metafísica. La voluntad de observación inmisericorde, pues la caridad como profilaxis o higiene mental de inspiración cristiana se reserva para el trato con el prójimo, prevalece sobre el ansia de salvación y sus ocultas estratagemas. De ahí que la autora no se deje embaucar por las diversas sublimaciones del dolor como prueba iniciática o pedagogía moral. La función de la filosofía es enseñar a ver dónde se han urdido los engaños y deshacerlos. Quien desee seguir tejiendo ilusiones consolatorias deberá hacerlo de forma consciente y en el caso de que renuncie a ello, habrá de aprender a soportar el vacío.

La voz de este diario no procede de un ego desencarnado por el que sólo corra el aire gélido de la razón, sino que da expresión a un sujeto de carne y hueso que se muestra atento a los ciclos biológicos del organismo. A un lector masculino puede extrañar que incluso el menstruo se vuelva objeto de reflexión filosófica. Pero tal pudor sólo refleja miedo ancestral ante un tabú que ha suscitado innumerables ritos de purificación en las más diversas religiones y filosofías. Una de las corrientes subterráneas del diario consiste en una meditación sobre el pensamiento y escritura femenina que asume, con Nietzsche, que la gran razón es cuerpo, sujeto sexuado que se presenta como hermeneuta privilegiado. Desde esta perspectiva, la menstruación se revela como experiencia de extrañeza que retorna mensualmente y nos muestra la existencia sin asideros. Pero al mismo tiempo, el periodo es experiencia de conocimiento prelógico cuya estructura no lineal, espiral, ligada a los ciclos de la memoria involuntaria, permite una recuperación de lo genesíaco y un acceso a los recuerdos más recónditos de la infancia. Como las mujeres de ese cuento chino que de generación en generación se remontaban al inicio de los tiempos, el cuerpo de la mujer regresa mediante el ciclo menstruante a "esas huellas que se imprimen tan profundamente en el cuerpo de una niña". El diario, para el cual "cada día de una vida es un día crítico" no sólo intenta hacer discurso de las enfermedades del yo y de la reminiscencia orgánica, sino también del duelo y del desamor, y en este sentido, ante "la inminencia, siempre, de un final que nos vigila", la reflexión es también elaboración y compensación de las pérdidas.

El trabajo del concepto no está reñido con la escritura poética, como cabía esperar de una pensadora que ha dedicado varios estudios a la obra de María Zambrano y que es, además, poeta. Este diario contiene unas cuantas gemas que ejemplifican tal conciliación.