Image: En esto creo

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Ensayo

En esto creo

Carlos Fuentes

29 mayo, 2002 02:00

Carlos Fuentes. Foto: Mercedes Rodríguez

Seix Barral. Barcelona, 2002. 358 páginas, 17 euros

Hay novelistas que trabajan con unas pocas ideas; otros, sin embargo, no sólo fabulan, sino que pueden definirse como lo que vagamente se entiende como "intelectuales", es decir: reflexionan en su obra creadora o en sus ensayos sobre el mundo que les ha tocado vivir y sobre la tradición literaria en la que se asientan.

Fuentes, como Vargas Llosa, resulta uno de los ejemplos más evidentes de intelectual hispanoamericano. En esto creo es un ensayo sobre el mundo en el que vivimos y sus variadas facetas, sobre la literatura que ha dado sentido a su vida, más algunas dosis de autobiografía. Como apunta su título, resume las ideas de Fuentes, que el autor nos ha transmitido en forma de breve enciclopedia. La selección de entradas es arbitraria: ha elegido las que le convenían para configurar una forma para entender su mundo. No es un Fuentes par lui même, aunque recurra a citas de sus novelas para ilustrar una idea. Los entes de ficción pueden servir como portavoces del autor. Viven parte de sus vidas. Fuentes transmite "creencias", opiniones que configuran su estar en el mundo.

Fuentes trata de la amistad, del amor, de Dios, de Faulkner, de México, de la muerte, de las mujeres, de la revolución o de Wittgenstein. Sobre una inspiración primigenia construirá su obra, trufada de citas. Buena parte de lo que aquí se nos ofrece no hubiéramos llegado a advertirlo en sus novelas. No siempre las ideas se ofrecen con el lenguaje lógico, con la frialdad del silogismo. Cuando trata del amor, por ejemplo, se sirve de la imaginería: "En Yucatán, el agua nunca se ve. Corre subterráneamente, bajo una capa de tierra y piedra caliza. A veces, esa delicada piel yucateca aflora en ojos de agua, en líquidos estanques -los cenotes- que dan fe de la existencia del misterioso flujo subterráneo. Creo que el amor es como los ríos ocultos y los surtidores sorpresivos del Yucatán". Como ese amor, circula entre las obras del narrador su ideario. Se ocupa aquí de la actualidad más viva: la globalización, el significado de los atentados del 11 S. Advertiremos sus preocupaciones políticas en un breviario que va desde la ecología al feminismo, desde el capitalismo autoritario a la xenofobia.

Sin embargo, las ideas que más nos atraen son las literarias. Sus reflexiones sobre el Quijote evaden los tópicos, así como su afición a Balzac y a su "piel de zapa" y su admiración ilimitada por Kafka y Faulkner, "escritor trágico". También algunas mujeres: Edith Stein, Simone Weil. Pero, de pronto, irrumpen entre este mundo de creencias reflexiones sobre Dios: "-En conclusión, ¿crees en Dios? / -En conclusión, ¿cree Dios en mí? / -Mira, yo me quedo con la apuesta de Pascal. Creo en Dios, porque si Dios existe, salgo ganando, y si no existe, no pierdo nada".Desconfía del progreso, porque no se corresponde a una evolución moral. Defiende la transición española y alaba a Felipe González como estadista, aunque no elude sus desaciertos.Un breve anecdotario nos permite advertir un cierto, aunque desmentido, donjuanismo hasta la llegada de Silvia, la que habría de ser su segunda y definitiva compañera. A ella le dedicará una sentida entrada propia. Y a su hijo, Carlos Fuentes Lemus, a quien va dedicado el libro, el análisis del dolor, de la muerte, del recuerdo, de su presencia, junto a sus hijas Cecilia y Natasha. Entrañable texto en el que no faltan las palabras de reconocimiento a Carmen Balcells en aquellos instantes. Pero Fuentes sabe camuflar el dolor entre sus vastas reflexiones. Mantiene el fiel de la balanza. El pudor hace que unas páginas brillen con luz propia y le justifiquen.