Image: Bob Dylan. La biografía

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Ensayo

Bob Dylan. La biografía

Howard Sounes

5 junio, 2002 02:00

Bob Dylan

Mondadori. Barcelona, 2002. 606 páginas, 18 euros

Toda biografía admite dos lecturas: la de una relación de hechos más o menos documentados y la que sugiere, al hilo de esos mismos datos, la inescrutabilidad de toda la vida y lo azaroso e inexplicable de sus logros.

Es la gran paradoja del género, y también el motivo por el que ninguna biografía es definitiva. Howard Sounes demuestra que de una persona tan próxima y con una obra aún vigente es posible recopilar una buena cantidad de datos; que una persona como Dylan forzosamente deja una amplia estela documental (judicial, tributaria, patrimonial, etc), amén de los testimonios orales de las personas que lo han tratado. Corresponde a los lectores decidir si la suma de esos datos dibuja al personaje. O si, detrás de ellos, éste sigue siendo tan impenetrable como sugiere el gesto tímido y esquivo que suele poner en las fotografías. A esa timidez recurre el autor para explicar ciertos comportamientos atípicos de su biografiado. La creación de su abundante obra musical queda confiada a una aparente facilidad, que dicta a Dylan canciones en las más variadas circunstancias e incluso le depara obras maestras que son, deducimos, fruto de la casualidad o la improvisación.

Una mezcla de casualidades, de decisiones aparentemente arbitrarias y acciones más o menos caprichosas parecen regir la carrera de Dylan desde sus inicios como cantante folk en el ambiente bohemio de Minneapolis, hasta su apuesta por la sonoridad y la estética del rock en 1965, que lo mantuvo en la cima del éxito hasta que su polémica conversión a un cristianismo de ribetes integristas y una evidente crisis creativa le hicieron perder popularidad en los años ochenta y noventa.

Más azarosa aún parece su vida personal; en la que, sin embargo, logra combinar las extravagancias de las estrellas del rock con una cierta capacidad de proteger su intimidad. Adivinamos que de estas esferas protegidas deben de proceder la inspiración y el impulso creativo que le dicta sus mejores canciones. Pero eso -y quizá no sea culpa del autor- permanece en la sombra. Porque quizá no sean necesarios demasiados datos para explicar a un personaje. A Dylan, sin ir más lejos, creemos verlo tal cual es en el Prólogo de este libro, en el que el autor recrea el reencuentro de su biografiado, ya famoso, con un amigo de sus inicios. Tras las alegrías de rigor, hay un intervalo en que el viejo amigo cruza con Dylan un reproche concerniente a una antigua novia infiel... Aunque la escena está perfectamente documentada, a ningún lector se le escapará que aquí Sounes recurre a las técnicas de la literatura de creación (las del relato breve, insisto) para definir una temperatura emocional y un balance vital. Que es, en definitiva, lo que esperamos de un buen biógrafo.