Image: La guerra sucia

Image: La guerra sucia

Ensayo

La guerra sucia

Habib Souaïdia

10 julio, 2002 02:00

Habib Souaïdia

Trad. Prol. Ferdinando Imposimato. Ediciones B, 2002. 304 págs., 15 euros

Desde que el Frente de Liberación Nacional argelino lanzó un desafío histórico a la Francia colonial el 1 de noviembre de 1954 con una insurrección armada en la zona de Kabilia, Argelia es un país que no vive en paz.

Las etapas Ben Bella/ Bumedián (1962-1979) fueron, quizá, las menos agitadas, aunque fue probablemente durante su transcurso cuando la serpiente puso los huevos y empezó a incubarse la discordia que abate hoy a la sociedad argelina. O sea, cuando las elecciones locales primero, y las generales un año más tarde (junio del 90 a diciembre del 91) dieron la mayoría en las urnas a la formación político-religiosa reconocida como Frente Islámico de Salvación (FIS). La reacción de la cúpula militar del Régimen de Argel fue drástica: impedir que el islam político gobernara la república. De ello ha dejado testimonio sin ambages Khaled Nezzar, ministro de Defensa y miembro del sedicente Alto Comité de Estado que hizo abortar el resultado electoral que arrojaron los comicios. El testimonio de este "patriota" lleva por título Mémoires du Général (Chihab éditions, 1999).

Se publica ahora la traducción de un testimonio de otra guisa. Se titula éste La guerra sucia. El testimonio de un ex-oficial de las fuerzas especiales del ejército argelino, 1992-2001, y su autor es un supuesto "traidor", un joven oficial de las fuerzas especiales argelinas para la represión del terrorismo, que junto con las directrices del Departamento de Información y Seguridad (DRS), han sido las dos palancas institucionales sobre las que se ha apoyado la contraofensiva violenta del poder republicano al desafío islamista. El autor narra desde dentro el proceso de erradicación del FIS y del GIA (Grupos Islámicos Armados), hasta llegar así a la elección de Buteflika en abril de 1999 para establecer -desde arriba- la concordia civil en Argelia.

Souaïdia terminó mostrando su repulsa a los métodos utilizados por el ejército de su país. Considerado sospechoso -o sea, cobarde-, fue encarcelado y juzgado por el procedimiento castrense de oficio y condenado a 5 años de prisión. Al término de la condena, logró salir de Argelia y residenciarse en Francia, en donde entró en contacto con el Movimiento argelino de oficiales libres.

Nos encontramos, pues, ante dos relatos que cuentan la verdad, la percepción de un mismo hecho. Nada fácil es decantarse ante este nuevo drama civil de nuestro vecino país magrebí, proveedor de gas y petróleo a la Unión Europea a través de las conducciones respectivas de ambas fuentes de energía, que reciben España e Italia para su redistribución ulterior a los países miembros de la Unión. Ante la imposibilidad de abordar por ahora el asunto de otro modo, cabe recordar, empero, que el desencadenamiento del conflicto interno en Argelia ha vuelto a perturbar sus relaciones con Francia, tocadas de ala desde 1962.

Si Argelia sale fortificada de su nueva guerra, toda la Unión europea saldrá, también, beneficiada. Si, por el contrario, la crisis violenta que la ha sacudido los últimos diez años no ha hecho sino enquistarse bajo la apariencia de un back to normaly, Francia y su ascendiente en el Magreb pueden sufrir otro recorte de supremacía.