Image: El enigma argentino

Image: El enigma argentino

Ensayo

El enigma argentino

Horacio Vázquez-Rial

24 julio, 2002 02:00

Horacio Vázquez-Rial. Foto: Mercedes Rodríguez

Ediciones B. 280 páginas, 16’50 euros. Marcelo Larraquy y Roberto Caballero: Galimberti: Crónica negra de la historia reciente de Argentina. Aguilar. 698 páginas, 23’95 euros

Dos libros muy útiles para que el lector alcance a comprender la dramática situación argentina. Su hechura es muy distinta. De uno se podría decir que está elaborado como una panorámica impresionista en la que Vázquez-Rial ha elegido los rasgos más significativos de la historia política y económica de Argentina.

El otro, obra de dos periodistas de investigación, es un tajo transversal sobre el curso seguido por la clase dirigente argentina a través de la apasionante vida de un tipo, Rodolfo Galimberti, que pasó de ser un guerrillero montonero o antiimperialista a convertirse en empleado de la CIA y disfrutar de las mieles del poder y la influencia en la etapa del presidente Menem.

Para Vázquez-Rial el mal principal reside en la clase dirigente argentina y en el propio sistema de partidos. El producto de esta combinación tiene tres hitos fundamentales. El primero es el bloqueo del peronismo por los militares y la derecha, que forzó un intervensionismo constante de la milicia. El segundo fue el desarrollo de un movimiento armado cuya amplitud fue estimulada por dicha obstrucción, por más que el contagio insurgente estuviese extendido por medio mundo alentado por la Unión Soviética y Cuba.

Por último, la estrategia exterminadora de la dictadura de Videla fue decisiva: con las desapariciones, el destrozo moral de los encarcelados y el exilio consiguiente aniquiló las posibilidades de renovación de la clase dirigente y permitió la perduración de todos aquellos políticos de los partidos tradicionales que colaboraron con la dictadura y se instalaron en la corrupción en los años posteriores. A esos efectos, la ficticia superación del pasado, por medio de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, supuso la entronización de una moral social y política que contribuyó a la orgia de deshonestidad, ineptitud e indiferencia que ha impregnado la última etapa de la vida política argentina.

Sin embargo, en medio del marasmo aparente, Vázquez-Rial, que mantiene con valentía que ya está bien de proyectar las culpas hacia el exterior, constata elementos esperanzadores de salud política en la sociedad argentina. Tanto en la postura más activa de las clases medias como en la aparición de una nueva generación que, a través de los movimientos que buscan con constancia la reparación por las aberraciones de la dictadura, está germinando y puede constituir la base del relevo para el antiguo y viciado sistema de partidos.

A ese mundo, a la generación que ha tenido el control de la vida política en las últimas tres décadas, y que puede estar ya en vías de extinción, perteneció Rodolfo Galimberti (1947-2002), cuya biografía han reconstruido minuciosamente los periodistas Marcelo Larraqy y Roberto Caballero. Pasó de la extrema derecha al peronismo desplazándose ideológicamente hacia su facción izquierdista, sin renunciar nunca a su nacionalismo y a un ferviente anticomunismo. Fue estrecho colaborador de Perón en su estrategia de retorno triunfal. Formó parte de los Montoneros durante los años de plomo, hasta que rompió con ellos en 1979, estando ya en el exilio, etapa en la que colaboró y combatió junto a la OLP en aquel Beirut convertido en ruinas.

Volvió ilegalmente a la Argentina democrática donde consiguió el indulto y su habilitación política y social de la mano del menemismo, con el que colaboró en su política de "reconciliación nacional", tratando con los antiguos torturadores y asesinos de la dictadura. Este paso le obligó a abandonar sus veleidades políticas, aunque nunca se alejó de la vida pública, pues gran parte de sus negocios privados estuvieron relacionados con las áreas de poder, sea a través de los servicios secretos sea por medio de la representación de intereses de compañías extrajeras en Argentina. Cuando murió estaba a sueldo de la CIA.

La vida de este individuo, de personalidad arrolladora y verbo subyugante, que pasó por mil peripecias, que vio literalmente de todo y que se ha llevado muchos secretos de la clase dirigente a la tumba -Menem prefería tenerlo al lado, con todos los inconvenientes que acarreaba, que en contra- ha servido a los autores para hacer un sugestivo fresco de la vida social y política del país y constituye el complemento oportuno para esa otra visión general y analítica que proporciona el libro de Horacio Vázquez-Rial.

Diario de la crisis
Entre la extensa bibliografía aparecida en los últimos meses, vale la pena mencionar el Diario de la crisis del novelista argentino Pedro Orgambide. En esta ocasión, sin embargo, opta por un ensayo en el que analiza el colapso económico, social y espiritual sufrido por la Argentina en los últimos siete u ocho meses, "corolario de un proceso de desmoronamiento cuyo inicio se sitúa en los primeros años de la década de los 70, aunque no deja de recordar que en un ya remoto 1824, el país pidió a la Banca Baring Brothers un préstamo que debía aplicarse a construir un puerto y obras hidráulicas pero no fue utilizado para ese fin ya que el dinero se evaporó en manos de los especuladores de entonces y ese desvío permitió, como hoy, una importante fuga de capitales", según "La Nación". Orgambide también indica lo que puede ser el remedio que cure la enfermedad argentina: volver a "la cultura del trabajo que fue virtud de los inmigrantes".