Image: ¿Qué ha fallado?: El impacto de Occidente y... Oriente

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Ensayo

¿Qué ha fallado?: El impacto de Occidente y... Oriente

B. Lewis

2 enero, 2003 01:00

Según T. Alí, Occidente genera su propio fundamentalismo

Trad. V. Gallego. Siglo XXI. 236 págs., Tariq Alí: El choque de los fundamentalismos. Trad. Mª Corniero. Alianza. 448 págs., 18’75 e

Hace ya más de un decenio, Bernard Lewis, trasladado de la School of Oriental and African Studies (Londres) a la Universidad de Princeton, sorprendió a los lectores con un estudio erudito tituladoThe Muslim Discovery of Europe.

Se trataba de un análisis del estancamiento cultural y tecnológico del imperio turco-otomano a partir de la "Era del Tulipán" hacia la mitad del siglo XVIII. Estancamiento que no dejó de alarmar a las elites otomanas en Estambul y que subyace en la trayectoria reformista de la Turquía imperial hasta su desintegración institucional entre 1918-1923. Han transcurrido unos 15 años desde entonces: Turquía ha ido entrando por la vía de la disidencia islamista que ha culminado con las elecciones del pasado noviembre y que dieron el triunfo en las urnas a los islamistas moderados. El Oriente Próximo -e incluso el Oriente Medio profundo (Afganistán)- continúa inmerso hasta el pescuezo en la más endémica de las guerras del siglo pasado.

Algunos intelectuales del Islam se preguntan con Lewis: ¿qué ha fallado en la historia del orbe islámico que nos ha impedido colocarnos a la par de aquellas otras civilizaciones que se han modernizado tardíamente (Japón), aunque con éxito? La síntesis de Lewis constituye otro modelo de epítome acabado. Vino viejo en nuevos odres, alegarán algunos. Habría que reconocer que hay algo de ello en ¿Qué ha fallado? El impacto de Occidente y la respuesta de Oriente Próximo. El hecho es que los 3500 kilómetros que constituyen el eje mediterráneo-sur que atraviesa el Mare Nostrum entre Tánger y Ankara constituye un eje de perturbación internacional. Otra cosa es sumergirse en la causalidad. Lewis propone una solución que reside en las manos de los musulmanes: enderezar su trayectoria histórica.

También acaba de aparecer en librerías el libro de Tariq Alí, conocido intelectual paquistaní que, como tantos otros "hijos de la medianoche", estudió y reside actualmente en Londres. Tariq Alí, que sabe -y siente- la región del mundo en la que transcurrió su infancia y adolescencia (Oriente Medio profundo -Afganistán/Pakistán) ha generado en el Choque de los fundamentalismos una especie escrituraria híbrida pero que se lee con ahinco. Sin pretender ocultar la evidencia (el océano de contradicciones en que se encuentra inmerso el Islam), haciendo gala de una familiarización notable con la larga crisis de los territorios que se extienden al sur y este de la meseta de Anatolia, Ali apunta al tema clásico de la sucesión de hgemonías en la cuenca del Mediterráneo oriental, en la plataforma de Irán y en el Oriente Medio profundo: a la anemia progresiva del imperio británico en torno a 1939-1956, le sucedería la paulatina intervención de los EE.UU. en la zona de marras, allí donde los yacimientos de petróleo vinieron a erradicar la ruta de la seda y la peregrinación fijada por los caravan-serrallos.

El autor mantiene la tesis de que antes del 11S, probablemente desde que Jomeini entró triunfante en Teherán en febrero de 1979, la civilización occidental ha entrado en la dinámica histórica del mal llamado "fundamentalismo islámico", hasta el punto de generar su propio fundamentalismo. O sea, la cruzada de patente americana que Bush Jr. ha colocado en el mercado mediático con rotativos tales como "Justicia infinita", "El eje del Mal" y otros enunciados primorosos. El choque de fundamentalismos sería el choque de dos versiones extremistas: de una parte, la versión de un islam radical practicante incondicional del terrorrismo; de otra parte, la respuesta anglosajona al desafío, inconsistente con frecuencia a causa de sus flagrantes atropellos a la equidad, a los organismos internacionales y al humanitarismo. La tesis del autor no está sólidamente construida. Tariq Ali es, probablemente, mejor narrador que ideólogo, lo cual no es grave siempre y cuando no se permuten alegremente los campos en los que se despliega el oficio.

Estamos de enhorabuena con los dos títulos. Sólo se me ocurre preguntarme, más allá de cualquier maniqueísmo: ¿qué está fallando en las relaciones internacionales desde hace un par de decenios? ¿Qué insidiosos mecanismos están provocando tantas reediciones del aquelarre que inmortalizó Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas?