Image: Gerhard Richter: Biographie und Werk

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Ensayo

Gerhard Richter: Biographie und Werk

Dietmar Elger

16 enero, 2003 01:00

Gerhard Richter

Dumont. Colonia, 2002. 468 páginas, 48 euros

En The Dark Clue (La clave oculta, Muchnik Editores, 2001) el personaje Walter Hartright (tomado como el de Marian Halcombe de La dama de blanco de Wilkie Collins) tiene que escribir la biografía del pintor Turner. Pronto comprueba que el artista es una figura escurridiza, un hombre tímido, celoso de su intimidad y de sus habilidades pictóricas.

La novela sigue un camino de misterio que no sigue la biografía de Dietmar Elger sobre el artista alemán Gerhard Richter (1932). Elger, que fue conservador del museo Sprengel de Hannover, trabaja ahora como secretario del artista. Por eso podemos pensar que los vericuetos de la documentación histórica y el sondeo de la psicología del genio no son averiguaciones de Elger sino reseñas del propio autor. Elger no abandona el detalle pero no es capaz de sobrevolarlo, ni de cifrarlo exactamente.

Lejos queda esta biografía de la obra sobre la vida de Pollock, contada por Steven Naifeh y Gregory White en una excelente biografía (Potter , New York 1989). La vida de Pollock como un cúmulo de aciertos y frustraciones personales y artísticas. O el Night Studio dedicado a Philip Guston por su hija Musa Meyer. Aunque bien narrada, la vida de Richter es aburrida y no está científicamente subrayada. Es un relato, aunque mejor que la hagiografía religiosa reciente de Balthus.

Richter es el más homemade de todos los pintores alemanes venidos del Este (Baselitz, Penck, Löpertz, etc). Encerrados en la isla de Berlín a finales de los 60 y frente a los herederos de segunda fila de la llamada New York School, los alemanes pretendieron disolver la convención de que toda pintura es la plasmación de la improvisación, del action painting. Quisieron volver a la convención de ilusión. Su batalla fue transmitir una palabra desgraciadamente devaluada, mensaje.

La biografía del mexicano Diego Rivera (1886-1957) escrita por Patrick Marnham lleva por subtítulo Dreaming with His Eyes Open (trad. española Debate 1999) pero bien podría subtitularse Eyes Wide Shut, al estilo Kubrick, por las sorpresas y mentiras con que el artista regó las vidas de los que pasaron cerca de él. La de Elger no ofrece sorpresa alguna. Es un relato burocratizado, como un curriculo para unas oposiciones, interesante para repasar los últimos cuarenta años del arte en Alemania, pero desgraciadamente desde un solo punto de vista. El comparatismo exige el esfuerzo de ver la historia del arte con una óptica global, a comprender la polifonía de las manifestaciones artísticas humanas.

No se trata solo de sintetizar mundos, paideia en el término de Werner Jaeger, sino de superar los conceptos propios con una visión más panorámica de la época. El comparatismo exige el esfuerzo de ver la historia del arte con una óptica global. El rigor de la selección, los criterios históricos no historicistas, en este caso a los que se ajusta Elger pueden ser discutibles, pero son los de Richter, ya confesados en otras entrevistas. Toda biografía es siempre polémica, sobre todo por las exclusiones, aunque más bien ésta deba juzgarse a veces en el diálogo que se establece entre esas presencias y esas ausencias.

Volviendo al artista mexicano, podemos recordar que el propio Rivera, con ayuda de Gladys March escribió en 1960 My Art, my Life. No es la primera vez que se contó la vida de este monstruo del sexo y del trabajo hasta la obra de Marnham. Después de la March vino la obra de Bertram Wolfe, The Fabulous Life of Diego Rivera de 1963. Toda biografía está hecha desde la subjetividad de una mirada. La critica ayuda a buscarse enemigos, no por prepotencia, sino por honestidad.

Esperemos no otra fabulosa vida, pero si un conjunto de ensayos o de entrevistas, en las que Richter pueda decir mas sobre el mismo y sobre la pintura que le ha acompañado. Parece que Richter ha leído esa maravillosa novela de misterio sobre Jan van Eyck de Gilbert Sinoue L"enfant de Bruges (1999) en que el maestro del óleo dice a su hijo "ragazzo mio, bisogna tacere, sopratutto quando si sa". Hay en la biografía de Elger una cortina de neblina que produce el propio artista, que aparece siempre sin arrugas, como si no hubiera paso del tiempo por él a pesar de todos los cambios de estilo.

¿Cuánto se puede llegar a saber de una persona de prestigio? ¿Interesa la anécdota vital, o sólo su obra? Lo interesante no es la figura pesimista y elegante del artista, cada vez más acerado frente al mundo del arte y del mercado. Su biografía no está en la descripción de su vida sino en su obra, en su pensamiento visual, en sus creaciones multifaceticas. Desde luego para entender la biografía plástica de Richter era mejor ver a principios de año la retrospectiva del moma en Nueva York. O simplemente ahora los cuadros realizados para el Guggenheim Berlín en Unter den Linden, ocho enormes cristales rectangulares, Acht Grau, como las ventanas del espacio, con pigmentos grises. Richter traduce la ciudad, describe su cielo y su atmósfera "como si alguien hubiera colocado una madera sucia sobre ella". La verdadera biografía de Richter está en su propia obra -ese catálogo razonado del artista es lo que siempre deberemos a Elger- no en sus confesiones.