Image: Diccionario de películas del cine norteamericano

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Ensayo

Diccionario de películas del cine norteamericano

Eduardo Rodríguez y Juan Tejero (ed.)

27 febrero, 2003 01:00

Escena de Drácula, de Coppola

T&B. Madrid, 2002. 994 páginas, 36 euros

En contra de lo que se cree, la función de una crítica no es tanto llevar a las salas a quienes aún no han visto una película como hacer reflexionar sobre la misma a quienes ya han pasado por taquilla.

Y hay a quien le gusta releerlas porque esas palabras más o menos pertinentes sobre lo ya visto terminan por convertirse en un eficacísimo aliado de la memoria. De ahí que parezca buena idea reunir en un solo tomo, ordenadas por orden alfabético, una buena cantidad de críticas de películas relevantes, en este caso americanas. La selección, con el lógico predominio de clásicos indiscutibles, determina que la mayoría de las críticas aquí reunidas sean favorables. Menos unánime resultan las maneras que los distintos críticos tienen de abordar las películas. Algunos, los mejores, no emplean más que la sensibilidad y el sentido común que parecen consustanciales al buen articulista; otros necesitan parapetarse tras un socorrido arsenal de referencias históricas, lingöísticas, literarias, etc., que de nada sirven si no conducen al resbaladizo terreno del pronunciamiento personal, que es donde el crítico se la juega.

Por supuesto, en los 40 años de práctica crítica que abarca este diccionario, muchos han sido los estilos y procedimientos que han caducado. Y, sí, hay mucha metodología caduca y algo de pedantería envejecida en esta entrañable colección de recortes; aunque lo curioso es que, a pesar de eso, la mayor parte de las apreciaciones contenidas en este libro siguen siendo relevantes, tal vez por haber sido dictadas por un sincero entusiasmo emanado directamente del primer enfrentamiento del crítico con cada película.

Por lo dicho, un libro así forzosamente ha de ser heterogéneo y contradictorio: una misma película -el Drácula de Coppola, por ejemplo- puede recibir una crítica entusiasta en su artículo correspondiente y ser denostada en otros. El lector ha de entender que cada crítica establece un marco propio de referencias, y que lo que parece bueno a un crítico entregado a su película puede no serlo tanto a quien la juzga en un contexto más amplio.

Sí desazona, en cambio, que clásicos como Marty, Río Rojo o Marnie la ladrona merezcan apenas una breve gacetilla, mientras que películas menores reciben un tratamiento mucho más generoso. Discrepancias de espacio que delatan más bien determinadas lagunas de nuestra crítica cinematográfica y la escasa atención que merecen en la prensa las reposiciones de los clásicos o las programaciones de las filmotecas.

Salvando este defecto, el libro deparará al lector cinéfilo incluso la pequeña satisfacción de sorprender a otro cinéfilo incurriendo en un desliz o en una exageración. Así, el protagonista de Malcolm X no peregrina a Egipto, sino a La Meca. Robert Zemeckis tiene bien poco de genio, por mucho que insista el crítico de ABC. Y La soga no es, ni mucho menos, un "Hitchcock menor", como afirma, después de haber esperado más de 30 años para verla estrenada en España, un displicente (y llorado) José Luis Guarner.