Image: Diálogos en un tejado

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Ensayo

Diálogos en un tejado

Jorge Edwards

3 abril, 2003 02:00

Jorge Edwards. Foto: M.R.

Tusquets. Barcelona, 2003. 333 páginas, 16’35 euros

El escritor chileno Jorge Edwards, Premio Cervantes en 1999, ha reunido aquí una selección de artículos recientes, siempre fechados -algunos, incluso, de 2002- y ha confeccionado en las tres partes en las que divide el volumen ("Preferencias", "Devaneos", y "Razones y sinrazones") un libro de impagable calidad.

Destacan en él su bagaje cultural amplio, diverso, chileno, español, francés, inglés, estadounidense, en el que se interesa por la literatura y el arte, por el presente, por las lecturas de los clásicos, por la buena literatura contemplada desde una esquina original, a las que añade opiniones políticas más o menos discutibles, experiencias vitales, amplias y generosas, el anticipo de una autobiografía, que corresponden a un escritor que alternó la literatura con la diplomacia y los viajes en la mejor tradición hispanoamericana. El título responde al título de uno de los ensayos, de 1995, dedicado a la figura de Alejandro Jodorowski, con el que abre la segunda parte del volumen. Aparecen en él las figuras de Luis Oyarzún, Enrique Lihn, Alejandro Jodorowski y Jorge Teillier: "nombres para un nuevo diálogo encima de un tejado". Le recuerda aquél que se produjo en la olvidada juventud, envueltos todos en capas rojas.

Descubriremos el ya desaparecido centro urbano de San- tiago, una época de maestros: Huidobro, pero, en particular, Pablo Neruda. No menos interés poseen sus comentarios a las diversas lecturas. A la búsqueda de una mujer chilena -como una muñeca rusa- nos llevará hasta Elisa Bindhoff, la amada innombrada de "Arcano 17", de André Breton, anticipo, entre otros, de "La maga", de Julio Cortázar. Asegura Edwards que relee; pero frecuenta también las novedades. Una biografía incitante le conducirá hasta la figura de Ludwig Wittgenstein, de la que extraerá sus personales consecuencias. Nos conducirá a través de la literatura chilena. Tal vez el lector curioso se interese por su opinión sobre la figura de un Neruda, convertido en mito cinematográfico, que poco tiene que ver con el poeta, ni en el libro de Antonio Skármeta. Más felices aún se me antojan sus reflexiones sobre Maquiavelo, porque Edwards es un político no sé si frustrado. Edwards se crece cuando topa con personajes que poseen aires de aventura o cuando alcanza determinados paisajes exóticos. Avanza de la mano de Charles Baudelaire, pero asimismo de la de Francisco Coloane. Admira a Lihn o a Nicanor Parra y merece la pena adentrarse en ámbitos impensables: Machado de Assis, Borges, Charles Gounod, José Donoso, John Byron y otros muchos. Menos atractivas y más polémicas -como desea- resultan las páginas dedicadas a la actualidad política reciente: el procesamiento por parte del juez Garzón de Augusto Pinochet (que alguna polémica suscitó ya en España) y su visión de la Cuba castrista (el "mito" de Castro es tratado con inteligencia). En resumen, uno de los mejores libros de Edwards: culto, infrecuente, brillante, de prosa ágil y de innegable elegancia intelectual.