Image: Todos somos nosotros

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Ensayo

Todos somos nosotros

Mikel Azurmendi

3 abril, 2003 02:00

Mikel Azurmendi. Foto: Esteban Cobo

Taurus. Madrid, 2003. 226 páginas, 16’25 euros

Acierta Azurmendi al afirmar que los dos grandes problemas que hoy tiene España son "la integración de los inmigrantes" y la "desintegración de la ciudadanía vasca".

Los seis capítulos en que se articula Todos somos nosotros constituyen un ir y venir constante de un tema a otro y pretenden mostrarnos la necesidad de un discurso democrático en el que eficiencia, progreso y bienestar se revistan de tolerancia hacia el otro, hacia el diferente. Hoy, por desgracia, esa cultura democrática no se da en el País Vasco.

La propuesta de Azurmendi comienza por establecer los grandes trazos de un discurso moral tomado de los planteamientos del filosófo Rorty. Para solucionar problemas como el de la inmigración o el terrorismo en las sociedades occidentales, de lo que se trata es de extender y profundizar una "voluntad de secularización" que mitigue la trascendencia de los proyectos transidos de intolerancia como ocurre con el etnicismo nacionalista vasco.

A partir de ahí, se hace posible el progreso y la prosperidad de las sociedades en las que el bienestar va de la mano de la tolerancia y de los derechos humanos. En esta situación se haría posible un civismo integrador ajeno a los rasgos de la exclusión social. De este modo Azurmendi cree posible la integración del inmigrante en la sociedad española o en cualquier país postindustrial. La inmigración se integra, desde esta perspectiva, en la medida en que se hace posible una "cultura adaptativa" en la que el inmigrante pueda y quiera modificar sus prácticas religiosas, sus hábitos gastronómicos, sus percepciones estéticas o incluso sus valores. A cambio habrá de recibir garantías y muchas otras cosas, tanto en el ámbito de lo material como en el del significado. Su ámbito privado quedará salvaguardado.

En Estampas de El Ejido (Taurus, 2001), en distintos artículos y desde luego en las páginas de este volumen, Azurmendi propone una integración de la inmigración que pasa por su control y su limitación. Su escenario preferido es aquel en el que los inmigrantes se van mezclando con la sociedad que los recibe hasta llegar a difuminarse en el tejido social. Se opone con fuerza al multiculturalismo en todos sus formatos, tanto si es el holandés, el canadiense o el norteamericano. De Euskadi escribe: "Su supuesto cultural Herria es lo más parecido al Volk del nazismo, maoísmo o polpotismo y al Proletariado del comunismo" (el entrecomillado es suyo).

La crítica que hace Azurmendi al multiculturalismo canadiense se queda corta. Will Kymlicka, profesor de Filosofía en la Universidad de Queens (Ontario), es autor de Ciudadanía multicultural y La política vernácula (ambas en Paidós). Gran pope del multiculturalismo ejerce, como la misma Canadá, una fascinación en Cataluña difícil de entender dadas las abismales diferencias entre ambos países.

No puede entenderse este libro si no se sabe que Azurmendi (San Sebastián, 1942), pese a hablar y escribir en vascuence, pese a su pasado vinculado a Eta o su exilio en Francia, ha sentido en su nuca el aliento de la muerte. Sus clases de Antropología en la Universidad del País Vasco, sus lúcidas críticas a la "tribu originaria", su denuncia de la incapacidad para la convivencia de la sociedad vasca le han condenado a muerte, al ostracismo o al exilio.