Los berberiscos
Jacques Heers
29 mayo, 2003 02:00Ello no quiere decir que fuera un ámbito seguro y conocido. Adentrarse en él era una aventura en la que cabía encontrarse todo tipo de peligros. El gran conflicto del Mediterráneo fue la lucha entre religiones y civilizaciones a raíz de la difusión de la fe musulmana, sobre todo a partir de la expansión del imperio turco que, durante la segunda mitad del siglo XV y buena parte del XVI, se convirtió en una seria amenaza para la cristiandad.
Jacques Heers reconstruye la historia de la piratería mediterránea del siglo XVI, desde sus orígenes medievales, sin olvidar la que se daba entre cristianos, mezclada frecuentemente con las luchas mercantiles y políticas. Los protagonistas principales son los berberiscos, término inadecuado y que no existía en la época, en que se hablaba de moros, sarracenos o africanos, para designar a los corsarios que tenían sus bases en Berberia (el Magreb), pero que en la mayor parte de los casos eran turcos, gentes procedentes de las diversas partes del imperio otomano, o cristianos renegados. De entre todos, destacaron los hermanos Barbarroja, hijos de un renegado albanés, que entre 1516 y 1546, en que murió Jayr al-Din, el último y más importante de ellos, dominaron en nombre del sultán una serie de ciudades del Magreb, especialmente Argel, convirtiendo la piratería en una ambiciosa empresa política, dentro de la gran lucha contra los cristianos. La historia de la piratería se vincula así a la expansión del imperio turco y a su enfrentamiento con los cristianos, cuyas principales vicisitudes se recogen en el libro. Pero los turcos no fueron siempre enemigos. Heers relata los frecuentes contactos de Francisco I y Enrique II de Francia con el sultán, y su utilización como aliados contra el poder español. Lo más sorprendente es el escándalo que tales connivencias le producen.
El libro describe los episodios del enfrentamiento en el Mediterráneo, haciendo hincapié en la batalla de Lepanto (1571), que supuso el final de una etapa, pues a partir de ella el peligro otomano no volvió a ser tan intenso. Analiza cuestiones como el áfrica de los corsarios, sus ciudades y habitantes, la vida de los cautivos, las defensas de las costas cristianas... En conjunto, tal vez se echa en falta un mayor orden en el discurso, aunque no se puede negar el interés del tema, poco tratado por los historiadores a pesar de la importancia que el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes tuvo a comienzos de los tiempos modernos.