Image: Los buenos europeos

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Ensayo

Los buenos europeos

Félix Duque

5 junio, 2003 02:00

Félix Duque. Foto: M.R.

Premio Jovellanos. Nobel. Oviedo, 2003. 472 páginas, 24 euros

Princesa de Tiro, raptada por un toro y fecundada por un dios -que eran uno y el mismo- Europa es mito e historia, es leyenda y reflexión. Es una cita nunca consumada, siempre aplazada. Europa es esta pequeña península de Asia lanzada al Atlántico que quiere, y no puede, escapar del continente; de un continente que nunca lo ha contenido del todo.

Europa es el motivo para que Félix Duque trace, de forma magistral, una historia de la filosofía y una filosofía de la historia, para que revise, con mirada crítica y sagaz, un legado filosófico que tiene en Niet- zsche su eje y en muchos otros puntos su accidentada circunferencia.

Félix Duque da cuenta en Los buenos europeos -premio internacional Jovellanos- de una tensión creativa entre el presunto centro y una de sus periferias. El "centro" lo ocupan las reflexiones de Nietzsche, Husserl y Heidegger (aquí, como en otro lugar famoso, el orden de la investigación no coincide con el orden de la exposición); la periferia, península de la península, es la filosofía hispana, la de Unamuno, la de Ortega . De desigual amplitud y de igual profundidad, los capítulos dedicados a la exploración de estos autores tejen una trama en la que Europa se expone. Se expone en la filosofía y se expone a la ilusión y al miedo, y a la incertidumbre, se expone en sus posibilidades y se expone a la amenaza de su propia imposibilidad.

En el medio y en el extremo de ese persistente ejercicio reflexivo, dos guerras mundiales -civiles, en términos europeos- deshacen ese continente que apenas se hace en el pensamiento y en el texto. Atento a los avatares de una filosofía que hace de Europa pregunta y problema, Félix Duque no desdeña la instrucción de la historia: no ya de la historia del pensamiento sino de la historia de los acontecimientos y de las instituciones, las revoluciones, las interminables guerras. El Estado-Nación, la Revolución francesa, fragmentos de pretérito (nunca perfecto) de una Europa que consiste en hacerse y deshacerse sin desmayo; guerra de los Balcanes, terrorismo: presentes de un trauma que no cesa. Y una nueva polaridad: entre la poderosa USA y el Oriente, al lado de un continente, áfrica, que se desangra, Europa se proyecta como futuro: también im- perfecto.

Félix Duque sabe que Europa es el denodado esfuerzo, la permanente inquietud. Enseña que Europa no es, ni puede ser, ni debe ser, si se cierra sobre ella misma, si se clausura en el espacio y en el tiempo, como espacio y como tiempo. El trayecto reflexivo y crítico, la mirada al pensamiento y a la historia, componen un argumento magistral. En ese argumento, Europa es pregunta, es problema siempre abierto que no espera -o no admite- solución definitiva. Con tono clásico y economía ejemplar, Félix Duque hace un favor final al lector: condensa en siete apretadas tesis su filosofía de Europa. Cada una de esas tesis es cita y reto, es propuesta, es una ocasión para pensar. En cada una de ellas Europa es "una gozosa, responsable herida en la que adviene mundo".