Image: Cuestiones metafísicas

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Ensayo

Cuestiones metafísicas

Juliana González y Eugenio Trías (ed.)

30 octubre, 2003 01:00

Giorgio de Chirico, Metafísica

Trotta y CSIC. Madrid, 2003. 381 páginas, 18 euros

En su paradigmática reconsideración crítica de las pretensiones dogmáticas de la vieja metafísica un gran pensador, de cuya herencia intelectual y moral aún seguimos viviendo todos, dejó dicho que la razón humana tiene, en una de sus dimensiones centrales, "el singular destino de verse acosada por cuestiones que no puede rechazar, porque su propia naturaleza le lleva a planteárselas, pero a las que tampoco puede responder".

Y no puede hacerlo porque el empeño desborda de lleno sus posibilidades. De ahí la caracterización kantiana de los inacabables debates a que llevada de esta íntima querencia -o de este impulso reflexivo- ha ido una y otra vez entregándose la propia razón en términos de "campo de batalla". De una larga y enconada batalla, configuradora del conflictivo destino de la metafísica.

Los compiladores de este incitante y polémico volumen colectivo prefieren, sin embargo, aunque con igual coherencia respecto de lo que aquí está realmente en juego, hacer suya la carga positiva de este dato inquietante. Lejos de pretender erigirse en "reina de las ciencias", la metafísica de la que aquí se habla se insinúa, en efecto, como un saber a la vez crítico y frágil, que se interroga sobre los supuestos ontológicos subyacentes a las diferentes formas de discurso y acción, por decirlo con Patxi Lanceros. O como un conjunto de preguntas, según hace programáticamente notar Eugenio Trías, capaces -y a la vez obligadas- a trazar el espacio mismo de la "filosofía primera": "¿Qué podemos conocer? ¿Qué debemos hacer? ¿Qué tenemos derecho a esperar? ¿Qué es el hombre?". Estos grandes interrogantes constituyen un haz de "cuestiones abiertas", relativas a las tres grandes "ideas-problemas" que deja Kant planteadas: la Idea de Dios, la del mundo como un todo y la relativa a la condición humana. Lo que en este volumen está en juego no son, pues, constructos especulativos de factura sistemática, al modo de los heredados del Idealismo, ni remedos más o menos trabados del hacer de las ciencias, sino una serie de cuestiones decisivas elevadas todas ellas al igual que nuestros modos de orientarnos hacia las mismas (o "métodos") a contenido genuino de la metafísica. De una metafísica entendida, pues, como "un entrelazamiento de cuestiones de carácter primero y último que afectan a los enigmas relativos a nuestra propia condición, al orden o desorden del mundo en que vivimos, al sustento nutricio, o físico, o biológico, de ese mundo, y al azar o destino que puede reflexivamente pensarse en relación a un posible primer principio, sea éste personal o impersonal, inmanente o trascendente, material o espiritual, azaroso o inteligente". Y que se despliega en un "decir intensivo, llevado al borde de lo indecible", ajeno a toda consideración de utilidad, bienestar o finalidad, como apunta Jorge Ibáñez en un brillante trabajo sobre la muerte. Un decir que la filosofía, entendida en este sentido radical, comparte, por cierto, en alguno de sus más quemantes registros, con la mejor poesía -no en vano adjetivada como "metafísica"- y la mejor "literatura de ideas".

Problemas tan cruciales como el de la naturaleza de lo divino, lo trascendental, los particulares y universales, el sujeto, el espacio cosmológico o el tiempo son enrique- cedoramente considerados a esta innovadora luz en el cuerpo del volumen, al igual que las tendencias a "lapidar el pasado" de algunos movimientos anti-metafísicos (o pos-metafísicos, si se prefiere) o el sentido de la metafísica "después de la muerte de la metafísica". En una de las colaboraciones más agónicas -en sentido unamuniano-, Patricio Peñalver propone, por su parte, una "vuelta de tuerca en el litigio de la metafísica" camino de un "nuevo pensar" capaz de incorporarse la perspectiva del "otro". Juliana González y Antonio Zirión se ocupan, por último, de la presencia del hombre en la metafísica de Eduardo Nice y de las aportaciones de Gaos a la metafísica, respectivamente. En un volumen concebido, como todos los de esta Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía en la que se incluye, como lugar de encuentro y diálogo vivos entre filósofos españoles e hispanoamericanos, este homenaje a dos ilustres "transtornados", que tanto hicieron por difundir la filosofía "en español" en la América que en esa lengua piensa, reza o impreca, ostenta, más allá de su calidad intrínseca, un singular valor simbólico.