Image: El murmullo de los fantasmas

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Ensayo

El murmullo de los fantasmas

Boris Cyrulnik

30 octubre, 2003 01:00

Boris Cyrulnik. Foto: J. A. Ibáñez

Trad. A. Fdez-Auz y B. Eguibar. Gedisa, 2003. 256 páginas, 15’90 euros

El éxito desbordante de algunos productos culturales nos habla a las claras de las inquietudes y sueños que laten en el imaginario de nuestras sociedades.

Una intensa necesidad de creer en la posibilidad de restañar las heridas del alma aun en las circunstancias más adversas, de evitar que las atrocidades del mundo dejen una huella nefasta en nuestro ánimo, condenándonos a una existencia casi fantasmal, ha contribuido sin duda a la gran aceptación del concepto de "resiliencia", popularizado por el neuropsiquiatra y etólogo francés Boris Cyrulnik.

Desde que en 1999 Cyrulnik empleara el término para referirse a la capacidad humana de remontar episodios traumáticos y conquistar un equilibrio emocional, sus libros se cuentan por a best-sellers. La maravilla del dolor introdujo el concepto en su uso específicamente psicoterapéutico. Los patitos feos lo aplicó fundamentalmente a la infancia. El murmullo de los fantasmas se centra en la adolescencia, considerando cómo esa compleja etapa de la vida, en la que afloran con fuerza la sexualidad, el deseo de autoafirmación, los conflictos con la autoridad tradicional y la búsqueda de nuevos sentidos, constituye un momento decisivo para evitar que los traumas infantiles se consoliden de forma definitiva en el psiquismo.

Para ilustrar cómo funcionan los mecanismos de la resiliencia, Cyrulnik repite la fórmula que tan eficaz se revelara en textos anteriores: combina la amenidad de la descripción de casos particulares con la enunciación de algunas tesis de carácter general en un lenguaje sin tecnicismos, que deja traslucir un sólido trabajo y una amplia experiencia.

La primera parte del libro apenas aporta novedades teóricas. Más interesante resulta la segunda, en la que Cyrulnik procurar asomarse al misterio de la autosuperación humana, enlazando con ideas expuestas en El encantamiento del mundo (1997) acerca del poder reparador de las ficciones. ¿Cómo puede la narración modificar lo real y ayudar a remontar la desdicha? Porque lo que cuenta en última instancia -explica Cyrulnik- no es el golpe directo, el daño físico sufrido, sino lo que éste representa para nosotros. De hecho, para que exista un trauma, debe darse dos veces la vivencia traumática: una, primero, en la realidad y otra, después, en la representación. Es ahí donde puede instalarse el trabajo de la resiliencia. Con un entorno afectivo adecuado, que potencie una correcta adquisición de responsabilidades sociales, sin adultismos prematuros ni mitomanías, el individuo puede rememorar la experiencia traumática ("escuchar el murmullo del pasado") a fin de componer una representación significativa que le permita interpretarla y remontar su impacto negativo ("conjurar sus fantasmas"). Escribir la propia herida, inscribirla en un contexto de diálogo, es, así, también, modificar la forma en que se afirma el sujeto.

Dicho esto, una última observación cabría hacer sobre la obra de Cyrulnik: ¿no debería plantearse además el problema de cómo reescribir la propia historia colectiva? ¿O acaso se trata sólo de modificar el yo, dejando intactos los discursos legitimadores de estructuras de poder que siguen generando injusticia, maltrato e infelicidad?