Image: Acabo de llegar

Image: Acabo de llegar

Ensayo

Acabo de llegar

Stephen Jay Gould

13 noviembre, 2003 01:00

Stephen Jay Gould

Trad. J. Ros. Crítica. Barcelona, 2003. 535 páginas, 24 euros

Un muchacho húngaro de trece años, judío, desembarca en Ellis Island, se hace con una gramática inglesa y estampa en su portada: "Acabo de llegar. 11 de septiembre de 1901". De esa sencilla frase se va a servir su nieto para, cien años después, titular un libro que conmemore la instalación de su familia en América y en el que recoge los trescientos ensayos que ha venido publicando desde 1974 hasta 2001 en la revista Natural History. Por una macabra coincidencia, el día en que se cumple el centenario que quiere festejar se produce el atentado terrorista a un kilómetro de su casa. Ese nieto es Stephen J. Gould, paleontólogo de renombre universal, biólogo evolutivo, devoto darwinista y uno de los grandes comunicadores de la ciencia que con indudable éxito ha sabido divulgar. A poco de acabar esta obra falleció en mayo del 2002.

He hablado de él como divulgador de la ciencia y no querría que este término se entendiera como el de un mero narrador superficial que hiciera creer al lector que con un ligero barniz entraba en posesión de profundos conocimientos. él no quiere hacer simplificaciones conceptuales sino integrar los temas científicos en nociones y preocupaciones humanísticas sin centrarse en formulaciones demasiado técnicas. Y así, con sorprendente amenidad, nada nueva puesto que ya nos la había mostrado en libros anteriores, pasa en cada ensayo de un primer relato en el que nada hace presagiar un contenido científico hasta desembocar en él con toda naturalidad y sin merma de decoro intelectual. Desde un análisis de la batalla de El álamo o de un partido de beisbol, que le pone en guardia sobre la aceptación gratuita de determinadas leyendas canónicas evolutivas, a las incursipnes en el génesis al comentar un ensayo sobre los preadanitas que buscaba reconciliar la Biblia con la geología, o de un coro del que él mismo formando parte interpretando La Creación de Haydn, por poner unos ejemplos. Admira el número y variedad de los temas en los que el autor se desenvuelve con soltura sin que esas aficiones resten atención y hondura al cultivo de su propia actividad científica. Algo parecido a lo que él mismo dice de Nabokov, que a su fama de novelista une la condición de entomólogo cualificado y serio.