Image: En torno a la literatura

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Ensayo

En torno a la literatura

Gao Xingjian

20 noviembre, 2003 01:00

Gao Xingjian. Dibujo de Grau Santos

Trad. Laureano Ramírez. El Cobre, 2003. 119 páginas, 14 euros

Este interesantísimo volumen contiene el discurso que Gao Xingjian leyó ante la Academia sueca el 7 de diciembre de 2000 con motivo de la entrega que entonces se le hizo del Premio Nobel, pero incluye además otros seis textos, escritos entre 1990 y 2001, en los que con muy clara unidad de pensamiento el escritor chino expone lo que para él es la razón de ser de la Literatura.

Son páginas que, pese a su brevedad y la inevitable repetición de argumentos, no tienen desperdicio, e ilustran a la perfección las obras narrativas del autor que han sido puestas en español últimamente, en especial el volumen de relatos Una caña de pescar para el abuelo, que el propio escritor cita reiteradamente para ilustrar sus ideas y práctica literaria, y El libro de un hombre solo.

Precisamente este último título ejemplifica la concepción básica que Gao Xingjian tiene de la Literatura como una actividad solitaria, totalmente gratuita pues no atiende a ningún compromiso que no sea el de la autoexpresión y la revelación de la realidad. El premio Nobel chino pone por modelos un clásico de su lengua y un escritor europeo, Cao Xuequín y Franz Kafka respectivamente, como partícipes de una misma actividad espiritual -la escritura- que no espera recompensa ni reconocimiento social alguno, y por ello mismo le agradece al galardón sueco -válido también en cuanto que con sus decisiones anuales mantiene viva la llama de lo que Goethe diera en llamar la Weltliteratur, la literatura universal- "el haber dejado que un frágil individuo hable al mundo con voz débil y desabrida que no suele ser oída en los medios de comunicación" (página 102).

Obsesionaba al comparatista francés étiembe que al tratar de Literatura nos estuviésemos olvidando sistemáticamente de todo lo que no fuese la escrita en las nueve o diez lenguas europeas más cultivadas, lo que resultaría especialmente sangrante en el caso de unas Letras de tanta tradición y tan amplio público como las chinas, y estos escritos de Gao Xingjian constituyen, a este respecto, una auténtica regalía. Cabría, no obstante, una cierta reserva ante ellos desde el supuesto de que su autor, exiliado político, vive en Francia desde finales de los ochenta. En cierto modo también el exacerbado individualismo que exhalan todas sus páginas podría parecer un tanto ajeno a la cultura oriental, donde la concepción del yo es sin duda diferente que en la tradición grecolatina y cristiana de Europa. Gao Xingjian resuelve nuestra dudas con esta paradoja: "Yo no soy nada, aparte de mí mismo" (página 25) y afirma una y otra vez su reluctancia a toda imposición, política, filosófica o estética. Es expreso su rechazo de los ismos desde una actitud de epojé o duda metódica que refuerza su independencia de las modas, las imposiciones de partido y la tiranía del mercado. Pero no menor importancia tiene la denuncia que hace de la colonización occidental de la literatura china des- de finales del siglo XIX, que alcanzó también a la propia lengua ahogada por teorías lingöísticas importadas que ignoraron la flexibilidad connatural al idioma e intentaron ahormarlo sobre moldes más propios de las lenguas analíticas europeas, contaminación a la que se añadió la de numerosas traducciones de obras de esa procedencia vertidas a un chino deturpado, fenómeno del que Dai Sijie sacó Balzac y la joven costurera china. Por eso Xingjian reivindica un nuevo estilo literario, que él practica, enriquecido por la oralidad, de obligada atención en una lengua con tan fuerte impronta tonal. Confiesa escribir con la ayuda de un magnetófono -como lo hacía también Torrente Ballester- y primar la técnica de lo que denomina "el flujo del lenguaje" de la que tan magníficos ejemplos encontramos en Una caña de pescar para el abuelo. A esa escritura en libertad, el escritor gusta denominarla una "literatura fría", comprometida tan solo con el individuo que la escribe, con el lenguaje y con la realidad. Porque Gao Xingjian es un realista confeso. La búsqueda de lo real es el único imperativo que el escritor aceptará. Para él, la literatura existe porque "lo real es por y para siempre inagotable" (página 80), pero desde la libérrima soledad de su gabinete el escritor busca la complicidad de un lector potencial cuya existencia efectiva ignora. Por ello, "lo esencial es captar los sentimientos del hombre real" (página 110) para que se produzca ese eterno milagro del realismo cointencional.