El gigante descalzo. El ejército de Franco
Gabriel Cardona
8 enero, 2004 01:00Franco Preside el desfile de la victoria (Madrid, 1940)
Cardona es uno de nuestros indiscutibles especialistas en temas militares, concretamente en historia política del ejército español, en el que ha desarrollado sus trabajos señeros, desde El poder militar en la España contemporánea (1982) hasta la biografía del general Weyler (en colaboración con Losada: Nuestro hombre en La Habana, 1997).En la estela de los mejores investigadores en este ámbito, Cardona aúna la formación universitaria y el conocimiento desde dentro del medio militar, lo que le permite establecer jugosas consideraciones sobre el funcionamiento cotidiano y la mentalidad del oficial que, en cualquier otro caso, correrían la ventura de resultar temerarias o mal entendidas. En este sentido, algunas de sus páginas , por su tono hipercrítico hacia el cuerpo del que él mismo procede, serían tildadas de descarnadamente antimilitares si no fuera porque se las supone dictadas por la voluntad de mejora y superación de defectos recurrentes.
Todo lo dicho constituye un adecuado prólogo para enfrentarnos a la nueva obra de Cardona, un ambicioso intento de síntesis de lo que fue el ejército español durante esos cuarenta años que estuvo bajo la égida de Franco. Es obvio que la personalidad del jefe del Estado y, sobre todo, el tipo de régimen, marcaron de modo decisivo al estamento militar en el más amplio sentido, desde la ideología fuertemente autoritaria y conservadora hasta la penuria en medios materiales, resultado de una prolongada autarquía.
Una situación que, en contra de lo que interesados propagandistas insistieron en divulgar, no privilegió a la condición castrense en su conjunto, sino a un puñado de altos mandos que se vieron premiados por su "inquebrantable adhesión a los principios fundamentales del Movimiento" o compensados para desactivar su potencial discrepancia con el Generalísimo. Una situación, en definitiva, de enchufismo y corruptelas que no hizo a las fuerzas armadas españolas más fuertes y eficaces, sino que las hundió en el submundo de la sumisión y la chapuza.
El propio título del libro es suficientemente expresivo al respecto: el ejército de Franco no pasó de ser una costosa y pesada policía del régimen, útil para garantizar en última instancia el concepto franquista de orden público, pero incapaz de cumplir la misión de un ejército moderno, como se puso de manifiesto en los esporádicos incidentes que tuvieron lugar en las exiguas posesiones españolas en áfrica. La censura de la época se encargó de silenciar en este terreno una ristra de fracasos que bordearon el ridículo, propios todos ellos de una guerra de Gila.
Cardona ha escrito este libro con un encomiable afán divulgativo, compatible con un apretado aparato crítico que ocupa las páginas finales. Ha intentado compensar el habitual enfoque político con un tono más sociológico y cotidiano, de modo que hallaran cabida no sólo las grandes decisiones de los ministerios, sino la vida diaria del cuartel, los personalismos y las anécdotas reveladoras. Ello da una cierta sensación de conjunto heterogéneo, poco estructurado: el lector encontrará que se mezclan con la mayor naturalidad asuntos diversos y, sobre todo, de muy distinta trascendencia, dando como resultado un panorama ciertamente completo, pero también confuso, por lo abigarrado.
Estamos, pese a ese reparo menor, ante un libro insoslayable para entender las vicisitudes operativas e ideológicas del mundo militar bajo Franco, una obra seria, documentada, alejada del apunte apresurado al uso. Una obra que deja un poso triste y sombrío, como el olor de las cocinas cuarteleras: si el franquismo en general no fue un tiempo para la euforia, algo parecido podría aplicarse a l ejército del régimen, ese coloso con pies de barro preparado para "controlar el país", pero incapaz "de sostener una semana de maniobras".