Image: Gabo y Fidel: el paisaje de una amistad

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Ensayo

Gabo y Fidel: el paisaje de una amistad

Ángel Esteban y Stephanie Panichelli

5 febrero, 2004 01:00

El sentido de la amistad de Gabo le lleva a correr riesgos políticos innecesarios

Espasa. Madrid, 2004. 344 páginas, 18 euros

Pretende ser éste un libro polémico. Y posiblemente lo sea por un triple motivo: la naturaleza de los dos personajes elegidos y la concepción etérea que supone el concepto mismo de la amistad. Todo ello queda en un segundo término; porque los autores han pretendido descubrir, tras la amistad, un trasfondo político.

No hay "paisaje", sino la denuncia del apoyo de García Márquez a Fidel Castro. Y no constituye ninguna novedad, puesto que ha sido manifestado por uno y otro y parece resistir hasta hoy los avatares más desdichados. La pregunta a la que el libro invita: ¿cómo se desarrolla y qué naturaleza tiene la amistad entre Gabo y Fidel?, carece de respuesta lógica. La amistad, como el amor, es un sentimiento que no atiende a razones.

ángel Esteban (1963), profesor de la Universidad de Granada, y Stéphanie Panichelli (Bruselas, 1978) han rastreado revistas, archivos, han entrevistado a personajes que conocieron a Gabo y se han servido de una bibliografía básica que les permite trazar de forma casi novelada, con saltos atrás y sin seguir la evolución lineal, esta relación velada por secretos difíciles de desentrañar. En ningún momento ponen en duda la calidad literaria de García Márquez, pero queda explícita su posición anticastrista y su reproche al Nobel. Su amistad se entenderá siempre desde la reticencia y una objetividad aparente que se rompe con claridad en los últimos capítulos, cuando los autores se decantan por las diatribas de Vargas Llosa contra su ex amigo y el aplauso a Saramago por su decisión de no apoyar a Cuba, tras los fusilamientos de 2003.

Una vez más, los autores analizan extensamente el siempre reiterado "caso Padilla" (noviembre de 1968). Curiosamente no se sirven en este caso del libro de Jorge Edwards, Persona non grata, aunque se mencione en una bibliografía que contiene algunos errores y que tiende a no utilizar las primeras ediciones (por ello significativas). No constituye ninguna revelación señalar la atracción que ha manifestado el novelista hacia el poder, ya que éste, incluso, ha sido objeto principal de alguna de sus obras, como El otoño del patriarca (1975), tal vez su novela más destacada por su ambiciosa complejidad técnica. Por otro lado, ¿a qué poder se refieren cuando escriben: "pero en 1967 García Márquez tiene 40 años. La vida hasta ese momento ha tenido más sinsabores que placeres y sólo ahora comenzará a experimentar las mieles del poder"? Se supone que el éxito de la novela va a conferirle prestigio literario, pero ¿poder? Su vida, por otro lado, tampoco había sido tan terrible. Sus sinsabores no fueron distintos de muchos otros escritores que comenzaban. Claro que no gozaba de privilegios sociales como los que tuvieron Fuentes, Donoso o Edwards. Y ¿dónde está la atracción por el poder en El coronel no tiene quien le escriba?.

Aunque admitamos que los años 1975-82 fueron los más interesantes de su vida, desde El otoño... hasta la concesión del Nobel, ¿son consecuencia de su amistad con Castro? ¿Puede decirse que a la muerte del Che "Gabo [...] se estaba convirtiendo en uno más del régimen"? Alguna cita mal aprovechada menciona ciertas dudas de García Márquez y del propio Fidel sobre el éxito de la Revolución. Pero, sin duda, lo que deja bien claro el escritor es su fiel sentido de la amistad que le lleva a correr riesgos políticos tal vez innecesarios. No creo que pueda defenderse la tesis de que Castro desprecia a los intelectuales (pág. 227), antes exagera su influencia. Así, se admite la cifra facilitada por Plinio Apuleyo Mendoza de los 3200 liberados gracias a su influencia. Pero no se apoya en prueba alguna.

Respecto a Fidel hay importantes lagunas bibliográfica. Todo se reduce a anecdotarios. Tomado de Andrés Oppenheimer se relata, sin embargo, la conversación privada entre García Márquez y Fidel sobre el caso Ochoa y Tony de la Guardia. Sin testigos, se reproduce textualmente. ¿Fiable? Los autores además usan y abusan del libro de Vázquez Montalbán, de la biografía de Dasso Saldívar, de la entrevista de "Playboy", de los testimonios de César Leante, de Norberto Fuentes. Es un montaje de citas y más citas que nos llevan a lo que ya sabíamos: que Castro es un viejo dictador y que García Márquez defiende, pese a todo, a la Revolución Cubana, tal vez por una amistad cuyas características y circunstancias seguimos ignorando. Hay muchas páginas innecesarias como las dedicadas a la creación e historia de la Escuela de Cine, en la que Gabo participó, donde se refugia cuando no está en México, donde vive (no en Cuba), en California, Nueva York, París o Barcelona. Más interesante es el breve capítulo dedicado a su relación con los EE.UU., aunque no se desarrolle ampliamente. Las circunstancias de la curación de su cáncer (1999) merecen sólo unas líneas con una mala intención no disimulada respecto a Cuba. Los autores no consiguieron entrevistas ni de Gabo ni de Fidel: en ello radica su escasa originalidad; ni siquiera de Felipe González, lo que aprovechan para despacharse contra él.