Image: Experimentos con uno mismo

Image: Experimentos con uno mismo

Ensayo

Experimentos con uno mismo

Sloterdijk conversa con Carlos Oliveira

12 febrero, 2004 01:00

Sloterdijk. Foto: Carlos Miralles

Trad. Germán Cano. Pre-textos. Valencia, 2003. 179 págs, 14’50 euros

Algunos de los incautos que comenzamos a estudiar filosofía a mediados de los años ochenta nos encontramos con facultades colonizadas por la filosofía analítica anglosajona y departamentos donde sobre los pecios de la tradición alemana asomaba algún que otro mascarón de los llamados herederos de la escuela de Frankfurt, sobre todo Habermas.

Aunque el elenco parecía plural y tolerante, no faltaban profesores avisados que aconsejaban centrarse en tesis doctorales "formativas", elegir clásicos, a ser posible uno de"los cuarenta principales" que encajara bien en memorias de oposición y no afeara el curriculum con la peligrosísima sospecha de diletantismo. En cualquier caso, guardo gratitud hacia algunos emboscados que intentaron preservar una república de esferas donde poder respirar con libertad, así como hacia aquellos intrusos que animaron a abandonar tan cálidas burbujas, aun a riesgo de quedarse a la intemperie y alterar el sistema inmunológico, pues, como escribiera Nietzsche, no sin cierto patetismo,"con nosotros hacemos experimentos que no nos permitiríamos con ningún animal y, satisfechos y curiosos, nos sajamos el alma en carne viva".

Quien se adentre en este fascinante espacio dialógico y afectivo entre dos voces, un célebre y polémico pensador alemán, Sloterdijk que a la sazón contaba con 47 años y un joven de 32 años nacido en Vigo, estudiante de filosofía en París y Múnich, llamado Carlos Oliveira, comprenderá la digresión con que he empezado la reseña. Experimentos con uno mismo, cuyo título evoca pensamientos sugeridos por Benn en Vida provocada o el pseudónimo con que Musil se bautizó en sus diarios, Monsieur le vivisecteur, es la transcripción revisada de una conversación mantenida el 4 de septiembre de 1994 en Múnich, donde en una atmosfera cordial, pero sin férula alguna, el joven Oliveira se aventura en el pensamiento de Sloterdijk y en su trasunto biográfico: mayo del 68, comunas, viajes a la India, experiencia de la natalidad, supuestas complicidades gnósticas con Wim Wenders, Peter Handke y Botho Strauss. En esa burbuja bipolar formada por Oliveira y Sloterdijk no hay traza alguna de pompa jerárquica entre gurú e iniciado, sino un espacio de resonancias donde se debate sobre lo íntimo y lo público, sobre lo que significa venir al mundo y habitarlo. Se traen a colación las cuestiones abordadas en Crítica de la razón cínica (1983), Eurotaoísmo (1989), Extrañamiento del mundo (1993) y se anuncia el proyecto de su gran trilogía Esferas, en cuya elaboración el autor ya estaba embarcado.

Su prosa brillante e irónica sólo es comparable, a mi juicio, a la de Odo Marquard, ese gran maestro en el género del relato corto especulativo. A pesar de la mayor sobriedad de Marquard, ambos filósofos alemanes asumen que la experiencia sin filosofía es ciega y la filosofía sin experiencia es vacía; elogian una polimiticidad ilustrada y cultivan un tipo de escritura ensayística interesada en reconciliar lo liviano y lo grave, no tanto para frivolizar sobre lo serio como para afrontar lo insoportable sin aguar la fiesta.

Por último, recomiendo al lector el esclarecedor prólogo de Germán Cano, cuidadoso traductor de otros libros de Sloterdijk y asimismo autor de dos sugerentes ensayos sobre el pensamiento nietzscheano: Como un ángel frío (Pre-Textos, 2000) y Nietzsche y la crítica de la modernidad (Biblioteca Nueva, 2001).