Image: Globalización, desigualdad y pobreza

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Ensayo

Globalización, desigualdad y pobreza

Guillermo de la Dehesa

4 marzo, 2004 01:00

Guillermo de la Dehesa. Foto: Justy García

Alianza. Madrid, 2003. 311 páginas, 18’20 euros

El debate económico que hoy suscita mayor apasionamiento es el de la globalización: la difusión acelerada, en el mundo, de la información y de las decisiones de mercado, con los consiguientes desplazamientos de trabajadores, de capital financiero y de tecnología.

Recientemente, Guillermo de la Dehesa dedicó a dicho debate un libro que suscitó gran interés por su claridad y rigor, Comprender la globalización (Taurus, 2002). El libro que hoy se comenta representa una actualización y ampliación del anterior, logrando el difícil objetivo de mantener, y aun mejorar, su capacidad divulgativa con una excelente información de la literatura reciente sobre tan discutida cuestión, en un texto muy bien escrito, al que auxilia una selección de cuadros estadísticos y gráficos.

Debe decirse, ante todo, que la tesis central de este libro contradice la opinión dominante entre muchos políticos. Su autor defiende la globalización como el medio más idóneo, no sólo para vencer la pobreza en el mundo, sino también para reducir la desigualdad entre los individuos y los países. Se trata, además, de una cuestión urgente, puesto que, si no aumentan los flujos internacionales de comercio y de inversión extranjera, se agravará el problema de la superpoblación de las regiones más pobres del planeta, dando paso a una inevitable emigración, más descontrolada aún de la que hoy se experimenta.

Las opiniones vertidas en este libro no son fruto de las simples preferencias ideológicas de su autor, sino que este realiza un esfuerzo meritorio por exponer interpretaciones científicamente conocidas, contrastadas por métodos estadísticos verificables. Con frecuencia se presentan hipótesis explicativas que difieren sobre determinadas variables económicas, lo que resulta jutificable en el terreno de las ciencias sociales por las dificultades que plantean los criterios de medición.

Hay ejemplos de economías que progresan en la medida en que se suman al proceso de globalización, aunque grandes zonas de su población permanezcan aún atrasadas. India o China son algunos de estos ejemplos, como antes lo fueron otros países asiáticos. De hecho, el nivel de pobreza absoluta ha disminuido en un 70 por 100, alrededor de 450 millones, durante los últimos veinte años. Por desgracia, en algunos continentes, como áfrica, ha ocurrido lo contrario, y en Latinoamérica las mejoras son muy insuficientes. De la Dehesa, en el capítulo sexto del libro, explica cómo, gracias a la globalización, las desigualdades de renta por habitante entre los países han disminuido. Por otra parte, la disparidad no debe solo atribuirse a a circunstancias económicas internacionales, sino que pueden identificarse otros factores causales, como la situación geográfica, el clima, la superpoblación, el desarrollo de las instituciones, o la formación de capital humano. La globalización tendería a reducir tales desniveles mediante las transferencias de conocimientos y de tecnología, y también a través de la modernización de las instituciones. De esa manera, serían factibles el aumento de la productividad, los rendimientos de escala y el surgimiento de economías externas.

Guillermo de la Dehesa subraya los grandes obstáculos que se oponen a una reducción más rápida de los niveles absolutos o relativos de atraso, al margen de los factores de subdesarrollo en el interior de las sociedades pobres. Destaca, en este sentido, el elevado nivel de proteccionismo de las naciones adelantadas, y el desmesurado recorte de la Ayuda Oficial al Desarrollo, en términos relativos hasta del 50 por 100, en los últimos diez años.

El autor también defiende la necesidad de prudencia cambiaria y financiera por parte de los gobiernos de países emergentes, en lo relativo a la libertad de movimientos de capital a corto plazo. Pero, a la vez, previene del abuso de la discrecionalidad por parte de los gobernantes de los países emergentes. Si la liberalización plena impone unas reglas severas de política financiera o las privatizaciones sectoriales muchas veces resultan insuficientes, y aun contraproducentes. De la Dehesa no está en desacuerdo con economistas como Stiglitz, a la hora de prevenir los efectos inconvenientes de las acometidas de la libertad, pero prefiere destacar sus consecuencias beneficiosas y, en definitiva, argumenta que no existe otra alternativa al estancamiento y la pobreza.