Image: Karl Rahner. La actualidad de su pensamiento

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Ensayo

Karl Rahner. La actualidad de su pensamiento

Cardenal K. Lehmann, P. Endean, J. Sobrino, G. Wassilowsky. José Andrés-Gallego

4 marzo, 2004 01:00

Rahner conversa con su discípulo Reitzinger

Herder. Barcelona, 2004. 152 páginas, 12’90 euros

El jesuita Karl Rahner (1904-1984) contribuyó de forma decisiva a la teología católica del siglo XX. Sus más de mil quinientas publicaciones, su participación en el debate teológico internacional, su positiva recepción de muchos pensadores protestantes han contribuido a la influencia que hoy tiene en la Teología. Rahner reúne las influencias teológicas y filosóficas más diversas (Tomás de Aquino, Kant, Hegel, Maréchal, Rousselot o Heidegger), lo que le proporcionó un bagaje conceptual nuevo para renovar la doctrina católica y la teología neoescolástica de la generación anterior y situarse como uno de los más reputados teólogos de la era del concilio Vaticano II.

La razón por la que Karl Rahner es una figura fundamental del siglo XX es ésta: la de haber sido uno de los inspiradores (y no el menos importante) del cambio de actitud ante el mundo que supuso el Concilio Vaticano II. Mañana, 5 de marzo, se celebra el centenario de su nacimiento, así que, aprovechando la efemérides, la editorial Herder acaba de publicar un libro sobre su obra, una estimable introducción a la figura de Rahner.

Hasta 1958 (muerte de Pío XII), en la Iglesia predominó la actitud de rechazo del llamado mundo moderno como algo equivocado en sí mismo, fruto del racionalismo. Muchos teólogos protestantes habían asumido precisamente el racionalismo y estaban vaciando de sentido el cristianismo; así que Pío XII (como sus antecesores) hizo lo imposible por evitar que en la Iglesia católica sucediera lo mismo. El problema es que algunos teólogos protestantes habían llegado a ahondar en pensamientos que eran propiamente "católicos" y, por temor al contagio de los errores protestantes, se procuró que los teólogos católicos evitaran también esos temas. Los principales -a mi juicio- eran dos: la aplicación del método histórico-crítico a la exégesis de la Biblia y la idea del sacerdocio universal de los cristianos (que conlleva algo tan principal como la valoración o no del laicado y de su papel en la Iglesia y en el mundo y, en último término, la propia proyección de la persona sobre cualquier realidad temporal como algo trascendente).
Algunos teólogos católicos se atrevieron a insistir en que rechazar estas conquistas protestantes era un error; porque se salvaba la ortodoxia católica a cambio de alejarla cada día más de la realidad del mundo en que vivían e incluso de la propia verdad católica. Y uno de los principales de esos teólogos "progresistas" fue el jesuita Karl Rahner. Juan XXIII se dio cuenta de que la actitud de la Iglesia tenía que cambiar; convocó el Concilio Vaticano II (en el que Rahner fue teólogo oficial, por así decirlo) y, en el Concilio, los obispos de todo el orbe decidieron por clara mayoría asumir esa postura.

¿Quiere decir esto que la teología del Concilio fue la de Rahner? No; Rahner fue uno de los inspiradores, entre otros igualmente importantes. Su peso fue mayor, curiosamente, en la interpretación posterior del Concilio, durante los años 1968-1979. Desde 1979, su estrella declinó. Desde 1965 (clausura del Vaticano II), la especulación teológica había seguido diversos caminos, no siempre acordes con Karl Rahner. El punto de partida era y es el problema del conocimiento de la realidad (que está detrás de la preocupación, tan propia del siglo XX y de hoy, de si se puede conocer la verdad objetiva). La escolástica predominante hasta 1962 se basaba en la existencia objetiva del ente (era una "ontología", precisamente), de manera que conocemos objetivamente percibiendo lo real por medio de conceptos abstraídos de lo real, y Rahner defendía la idea -mucho más próxima al pensamiento idealista y concretamente al de Kant- de que el ser humano se proyecta sobre lo real por un dinamismo intelectual innato, constitutivo, que consiste en dirigirse al ser infinito (a Dios), y es así como conocemos. Desde 1979 (discurso de Juan Pablo II en el Angelicum), se pidió a los teólogos que siguieran un camino distinto (distinto de la escolástica y de la influencia kantiana): que rehicieran la filosofía del ser a partir de una noción realista pero esencialmente dinámica, la del "acto de ser" como principio de todo. Era una opción a la que Rahner -preocupado por la superación de la escolástica, en la que se formó- no había prestado atención.

¿Es todo esto suficiente para considerarlo uno de los principales filósofos o teólogos del siglo XX? Sin duda, sí. ¿Es suficiente este libro para ponerlo de relieve? No. Es una estimable introducción a la figura de Rahner. ¿Lo mejor de él? La semblanza personal del cardenal Karl Lehmann y la propia conferencia de Rahner de finales de 1965, donde hizo un balance del Concilio y de la enormidad de lo que quedaba por hacer. La valoración de Jon Sobrino sobre la influencia de Rahner en la teología de la liberación es ponderada; no desarrolla tanto las diferencias como las coincidencias; pero no oculta aquéllas. Falta, no obstante, el estudio ponderado de lo que dijo y aportó. El que se acerca más a ello, en este libro, es Philip Endean, que estudia la recepción del pensamiento del jesuita en el mundo de habla inglesa.