Image: Heroica tierra cruel

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Ensayo

Heroica tierra cruel

John Carlin

8 abril, 2004 02:00

Nelson Mandela con armas Zulúes. Foto: Adil Bradlow

Traducción del autor. Seix Barral. Barcelona, 2004. 416 páginas, 19 euros

Heroica tierra cruel es la historia de un héroe llamado Nelson Mandela, un magnífico relato de la transición ejemplar que dirigió hasta la democracia y la reconciliación. También es una investigación de la conspiración ultraderechista para impedirlo y un homenaje más que merecido a las víctimas del genocidio ruandés de 1994.

Ya en la página de agradecimientos el autor define su libro como el resultado de una "excéntrica idea". En un breve prólogo, Mandela confiesa su admiración hacia John Carlin por haber sido "uno de los pocos periodistas que escribieron extensa y significativamente sobre el asunto". Este libro es la mejor prueba de ello: una investigación periodística digna del premio Pulitzer.

El asunto es, en palabras de Mandela, la tercera fuerza. En su introducción a la tercera parte del libro Carlin la define como "elementos siniestros dentro de los aparatos secretos del estado blanco" que orquestaron la violencia de negros contra negros que azotó Sudáfrica, causando la muerte de unas 20.000 personas, durante los cuatro años de negociaciones que desembocaron en la democracia.

Dos años dedicó el autor a investigar el tema para la BBC y para el diario británico The Independent a comienzos de los 90. Sus conclusiones de entonces, recopiladas con rigor en esta obra, fueron confirmadas en 1998 en un documento de 3.500 páginas elaborado por la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, presidida por el arzobispo y Nobel de la Paz Desmond Tutú.

Con los testimonios de 21.000 personas, la Comisión concluyó que un poderoso grupo del régimen blanco organizó unidades clandestinas de militares y policías para impedir el final del apartheid, un crimen contra la humanidad cometido contra los no blancos sudafricanos durante siglos. El jefe zulú de Natal, Mangosuthu Buthelezi, probablemente colaboró con los asesinos. Aunque las leyes principales de separación de las razas -registro de población, prohibición de matrimonios mixtos, demarcación de zonas de residencia, supresión del comunismo y educación bantú- no se aprobaron hasta mediados del XX, todos los primeros ministros y partidos políticos blancos las aplicaron desde la unificación de Sudáfrica en 1910 hasta 1993, y mucho antes.

En Heroica tierra cruel, Carlin, periodista nacido en Londres, afincado en España y formado entre Oxford y los países donde ha ejercido de corresponsal desde 1981, recoge sus mejores crónicas, reportajes y entrevistas en Sudáfrica y Ruanda desde marzo de 1989 hasta septiembre de 2003. A Sudáfrica dedica 39 textos, repartidos en 314 páginas; a Ruanda, 6 textos en 63 páginas. Las introducciones a cada parte del libro son una guía que aclara, contextualiza, actualiza y enriquece sobremanera los textos recopilados. Toda obra de recopilación debería incluirlos.

Mandela es el hilo conductor, el crimen del apartheid es el nudo de la obra y su desmantelamiento final, el desenlace apoteósico, la consumación de todos los sueños del héroe. Sin caer en la adulación ni en la idolatría, Carlin empieza en él, cuando es liberado de Robben Island, y en él termina, con aquella final del Campeonato Mundial de Rugby en Johanesburgo en 1995 y las palabras de Tokyo Sexwale, sentado allí, en el estadio, junto a Mandela: "la lucha para la libertad de nuestro pueblo no consistió tanto en liberar a los negros de la esclavitud como en liberar a los blancos del miedo".

Cada artículo es una lección del mejor periodismo y, como casi todo lo bueno, tiene mucho de compromiso. Por si quedara duda, el propio Carlin lo confiesa en la pág. 172: "Reconozcámoslo los periodistas que hemos seguido de cerca a Mandela en estos últimos años. En este preciso momento de la historia de Sudáfrica, dejemos de lado nuestras ideas de objetividad, abandonemos el escepticismo precavido que exige nuestra profesión y reconozcamos que Mandela nos tiene cautivados, por completo y sin remedio".

No cabe más sinceridad. Su confesión no le ciega a los defectos del héroe, pero todos empequeñecen ante la inmensa integridad y generosidad de Nelson Mandela.