El libro que pone en evidencia cuál es el "orden" del mundo no puede ser más que el libro de los desórdenes, el que establece un catálogo posible de ese terrible trastorno que llamamos orden mundial. Así concluye el prólogo que J. L. Pardo ha escrito para este conjunto de viñetas de El Roto, un crítico gráfico que a todos nos podía parecer excesivamente fúnebre y tremendista antes del 11-M. Hoy sus dibujos parecen radiografías exactas.

Todos los personajes de El Roto tienen un rostro sin más rasgo que la falta de vida. Aunque se digan palabras que pueden inspirar una sonrisa, los hombres que las dicen tienen rostros tan borrosos o tan postizos que nos impiden la risa feliz. Nos producen inquietud, y una profunda admiración ante la genialidad de un autor en el que se conjuga calidad técnica e inteligencia crítica. El trazo grueso y propenso a inundar el espacio de negro, nos trasmite una brutal asunción, la de una realidad terrible palpitando bajo la apariencia de estabilidad, que El Roto se atreve a dibujar sin anestesias.

Felipe Hernández Cava ha seleccionado las viñetas de este libro de los desórdenes, una joya impagable que nos consuela, en nuestra desolación, con la evidencia de que del horror se puede hacer arte sin dejar de aguantarle la mirada. El Roto no elude la miseria menos caduca del mundo: la guerra, el odio. Y también lanza reflexiones de calado filosófico: "Cuando alguien me habla de posibles enemigos, sé que el enemigo es él". Son muchas las instantáneas que nos conmueven por su lucidez. El arte y la inteligencia esparcidos por el pincel de El Roto se erigen en argumentos de autoridad más eficaces que mil palabras hilvanando el mejor argumento.