Si me quieres escribir
Pedro Corral
6 mayo, 2004 02:00Pedro Corral. Foto: M.C.
Aunque las grandes líneas históricas sobre la guerra civil están trazadas desde hace tiempo, siempre quedan matices y episodios menores que merecen ser rescatados.No es tanto una cuestión de nuevas perspectivas como de reivindicación del elemento humano, para contribuir así al deber cívico de recuperación de la memoria y al reconocimiento del drama de personas corrientes impelidas a ejercer de héroes o verdugos. No es caprichosa la alusión: de héroes y verdugos por la fuerza de las circunstancias trata este libro, más explícito en su subtítulo: Gloria y castigo de la 84ª Brigada Mixta del Ejército Popular. Una unidad compuesta de 2000 combatientes al mando de Benjamín Juan Iseli, hombre culto, apasionado por la literatura, poeta y amigo de Gabriel Miró. Nada más lejos del tópico militar fanático o del sargento chusquero. La 84ª Brigada estaba integrada en diciembre de 1937 (momento en el que empieza la historia) en la 40ª División, bajo las órdenes de Andrés Nieto Carmona, factor ferroviario y eficiente alcalde socialista de Mérida. Durante su mandato la ciudad extremeña fue un importante foco cultural de la República.
En las postrimerías de 1937, con la República resistiendo con tenacidad pero reculando sin pausa, tiene lugar la toma de Teruel, primera y única capital de provincias conquistada por el Ejército Popular. Más que un episodio bélico decisivo se trataba de un resonante éxito propagandístico destinado a elevar la moral de las tropas y a vender la imagen de un gobierno distante de ser arrasado por la sublevación. El esfuerzo humano es brutal: la 84ª Brigada se deja la piel en una auténtica carnicería que se desarrolla en condiciones extremas, con un frío polar.
Con cerca de 600 bajas (más del 25%), los combatientes republicanos se disponen a disfrutar de un breve descanso en Rubielos de Mora. Las circunstancias, en forma de nuevo avance franquista, lo frustran rápidamente. Los soldados, exhaustos, se resisten a volver al combate. La reacción del mando es expeditiva: en la madrugada del 20 de enero de 1938, 46 hombres de la 84ª Brigada son fusilados como rebeldes. Nieto asume la responsabilidad. Iseli se inhibe. La unidad es disuelta y sus hombres, repartidos en la 39ª División. Han pasado de milicianos ejemplares a sospechosos y despreciables.
Dice Corral que en casos más graves no se produjo "escarmiento tan feroz". Para algunos, como Líster, la insubordinación se tradujo en ascenso. El autor se siente concernido por el injusto estigma que pesó sobre aquellos hombres que se comportaron heroicamente días antes de su ajusticiamiento: rojos para los franquistas, cobardes para los republicanos, ¿quién iba a defender la memoria de aquellos desgraciados? Ateniéndose a los hechos, Corral traza, con buen pulso narrativo, los perfiles conmovedores de una historia aparentemente menor, "de unos centenares de españoles que se convirtieron en los perdedores de los perdedores de la guerra civil española".