Image: España, la nación inacabada

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Ensayo

España, la nación inacabada

José María Carrascal

3 junio, 2004 02:00

José María Carrascal. Foto: Javi Martínez

Planeta. Barcelona, 2004. 244 páginas, 17’50 euros

Carrascal ha construido una buena parte de su imagen pública a partir del trabajo realizado en contacto con la vida política americana lo que, dados los tics antiyanquis de algunos ambientes culturales españoles, le ha valido una cierta etiqueta de conservadurismo.

No es algo que parezca importarle mucho ni que le haya disuadido de acometer este ensayo en el que se plantea el comprometido tema de qué tipo de nación pueda ser España y en el que trata de ofrecer un proyecto de reconciliación de puntos de vista hasta ahora excluyentes. La evidente debilidad del nacionalismo español le pone en la pista, de la mano de García Morente, que es casi como decir Ortega, de una concepción renaniana de la nación como una voluntad de ser, un "plebiscito cotidiano". El hecho de que centre su reflexión en la debilidad del proyecto colectivo de una nación española no le lleva a dejar de realizar una larga excursión histórica que inicia con los pueblos primitivos de la península y, de la mano de expertos como Domínguez Ortiz, Sánchez Albornoz, Castro o Fernández-Armesto nos lleva a una razonable reflexión sobre la historia de España durante dos milenios.

La vida española de los dos últimos siglos ocupa la segunda mitad del volumen y se inicia con un apoyo bibliográfico sorprendente, el de Karl Marx, al que se remite la interpretación de la historia del levantamiento, guerra y revolución de España, por emplear el viejo y significa- tivo título del conde de Toreno. Para Carrascal fue aquella una nueva ocasión frustrada de España para hacer una "revolución y convertirse en una nación moderna". La reflexión histórica desemboca en la ratificación de lo que se adelanta en el título: España es una nación, sí, pero una nación inacabada. Una afirmación que trata de respaldar en los tres últimos capítulos dedicados al nacionalismo cultural catalán, al nacionalismo atávico vasco, y al nacionalismo rural y autocompasivo gallego. Una reflexión que se cierra con un corto epílogo de esperanzas sin ilusiones que sugiere la convivencia en el marco del Estado de las autonomía. Una llamada a la flexibilidad y a la paciencia que recuerda el "conllevar" orteguiano y revela la libertad espiritual de un autor.