Image: Siete moderno

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Ensayo

Siete moderno

Andrés Trapiello

3 junio, 2004 02:00

Andrés Trapiello. Foto: Antonio Moreno

Pre-textos. Valencia, 2004. 639 páginas, 35 euros

Resulta paradójico que sea Trapiello, partidario de una tradición que soslaya los sucesivos intentos de edificar novedades en tierra quemada, el encargado de cumplir el ideal vanguardista: crear una obra en la que quepa toda una vida interiorizada.

Una vida interiorizada expresada en una voz que viene a ser el trasunto educado y confidencial del áspero stream of consciousness que ha castigado la prosa literaria del siglo XX. Lee uno a Trapiello y le parece como si el admirable artefacto que urdió Joyce con su Ulises hubiese dejado de rechinar; o como si aquel Cuarteto de Durrell hubiera consentido en ceder la única verdad que lo fundamentaba: la vida es un admirable amasijo de historias.

Lo que no quiere decir que la literatura no tenga sus trucos, por más que la maestría del escritor consista en hacer que el lector los perciba como algo dictado por la propia materia de la que habla. Nos dejamos llevar por la atractiva mezcla de humor, invectiva, apocamiento más o menos fingido y ternura con que Trapiello va llenando sus cuadernos, y no advertimos que estamos atrapados ya en una red de ecos, que crea afinidades entre hechos disímiles y convierten la voz que nos los narra en el más poderoso trasunto literario que autor alguno haya podido inventarse. Privilegios de diarista aliados con estrategias de novelista avezado.

El lector de estos diarios conoce ya sobradamente a su protagonista, a sus interlocutores, antagonistas y comparsas más o menos recurrentes, los escenarios habituales (Las Viñas, el Rastro...), las situaciones características. Las novedades son sutiles: el lugar cada vez más destacado que ocupa la vida familiar del autor, la creciente soltura del personaje en un medio -el literario-que no deja de ver con distancia y humor... Pero lo que llama más la atención de esta entrega es el tono sombrío de ciertos episodios, la mezcla de aprensión y respeto con que el autor va interiorizando los atisbos de caducidad que la vida va brindándole, anticipos del episodio cumbre de esta novela-diario: la muerte del padre. De nuevo cabe preguntarse dónde comienza el artificio y dónde las armonías y contrapuntos de la vida. El misterio de la literatura consiste en dejar esa pregunta sin respuesta, o en forzarnos a aplazarla hasta que la emoción ceda el paso a la reflexión.