Image: El misterio de Olga Chejova

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Ensayo

El misterio de Olga Chejova

Antony Beevor

10 junio, 2004 02:00

Olga Chejova

Trad. David León Gómez. Crítica. Barcelona, 2004. 334 páginas, 19 euros

En su último libro, Antony Beevor sale del marco habitual de su obra, la especialidad militar, en la que ha destacado por su maestría, para adentrarse en la investigación de la vida de una actriz, Olga Chejova, y su círculo familiar, la historia de un grupo que resume el convulso siglo XX en Europa.

El título hace plena justicia al contenido. La actriz rusa Olga Chejova, casada con Misha Chejov, sobrino carnal de Antón Chejov, de familia de origen alemán, se vio obligada a exiliarse tras los acontecimientos que jalonaron la revolución y la guerra civil rusas y llegó a codearse con las altas esferas nazis gracias a su triunfal carrera en el cine alemán. No obstante este vínculo, mientras está perfectamente documentada la pertenencia de su hermano, el músico Liev Knipper, al espionaje soviético (NKVD), no es posible afirmarlo con seguridad acerca de ella debido a la falta de informes, por mucho que múltiples circunstancias y testimonios apunten en la misma dirección. La vertiente más importante del libro la constituye la recreación de la historia del círculo familiar en el ambiente y en la época que le tocó vivir. Ahí, Olga Chejova comparte protagonismo con sus parientes y personas más próximas, desde su tía, Olga Knipper-Chejova, esposa del literato, matriarca del clan, durante muchos años primera actriz del vanguardista Teatro del Arte de Moscú dirigido por Stanislavski, hasta su propio marido, Misha Chejov, quien llegó a dar lecciones de interpretación a los actores norteamericanos Gregory Peck y Marilyn Monroe, pasando por otros muchos familiares que también tuvieron un papel relevante en el arte y la escena tanto rusa como alemana.

Las vicisitudes de los allegados se entreveran con las cambiantes situaciones del torbellino histórico que acompañaron sus existencias: la I Guerra Mundial, la revolución rusa, la guerra civil, las purgas, el estallido de la II Guerra Mundial, la posguerra y la etapa postestalinista. Aunque los aspectos vitales y artísticos sean tan predominantes como los relacionados con el espionaje, es esta faceta la que mejor revela el carácter del régimen soviético, su obsesión por controlarlo todo, por profundizar en toda sospecha, una concepción que aniquilaba cualquier atisbo de libertad pero que, paradójicamente, facilitó a Olga Chejova, una persona eminentemente pragmática y preocupada por amparar a su familia, salir a flote valiéndose de las expectativas, parece que excesivas, que el servicio secreto so- viético había depositado en ella por su cercanía a la cúpula nazi. Además del rigor documental de costumbre, Beevor cuenta con numerosas entrevistas de alguno de los protagonistas, de sus descendientes y próximos, como el amante de Olga, el hijo de Liev y antiguos responsables de los servicios secretos. Así enriquece la descripción y la dota de ese aire azaroso y dramático que contiene el acontecer humano, en especial cuando se desarrolla en momentos de vértigo histórico.