Image: Verdad tropical

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Ensayo

Verdad tropical

Caetano Veloso

22 julio, 2004 02:00

Caetano Veloso. Foto: Carlos Barajas

Salamandra. Barcelona, 2004. 480 páginas, 23 euros

Al adentrarnos en la vida de Caetano Veloso no podemos dejar de acordarnos de Larry Mullen Jr., el batería de U2. Larry, en su gira por América de Rattle and Hum con la banda irlandesa pasó por Memphis a ver con sus propios ojos las reliquias de su dios.

En un sacrilegio consentido por los guardianes del museo, llegó a sentarse sobre la mismísima Harley Davidson de Elvis. A su hijo le puso el nombre de Aaron Elvis, demostrando una perseverancia equiparable a la de su estética capilar, que no ha cambiado desde hace décadas.

Veloso, por su parte, en estas memorias sólo digeribles para sus fans, dice de Elvis que le parecía "empalagoso y bastante desagradable", o que, cantando los temas de Rock Around The Clock, le sugería a una "Katy Jurado travestida". La música de Elvis, en suma, le parecía simplista y comercial, como el rock americano en general un producto dirigido a "esa combinación de hombre postindustrial y prehistórico".

Verdad Tropical nos apabulla con los detalles recreados de la biografía de Veloso, que enfoca con exagerado teleobjetivo los episodios de su juventud. El artista de Santo Amaro pudo ser cineasta o pintor, pero la estela del éxito de su hermana Maria Bethania lo arrastró hacia la deslumbrante triunfo de la bossanova, estilo musical del que fue impulsor siguiendo la brecha de Joao Gilberto. Inquieto intelectual, tardó en deshacerse de los prejuicios que le impedían absorber los méritos de un Ray Clarles o valorar, cuando menos, el baile de caderas de Elvis. Pero su punto de vista culto nos alumbra sobre la perversión y confusión de una industria musical que en los sesenta, al menos en Brasil, podía presumir de incontaminada. Su compromiso fue tanto con el pensamiento de izquierdas como con el rigor intelectual. No sacrificó la calidad artística por la causa socialista, pero sus críticas a la dictadura instaurada en el 64 le valieron la cárcel y el exilio. La bossanova fue la banda sonora de una juventud que se creyó con el deber de "imaginar una intervención ambiciosa en el futuro del mundo". Leyendo el libro de Veloso nos alegramos de que se emplease en la revolución que valió la pena, la musical. Lo vemos llorar en Londres, ante un Roberto Carlos armado sólo con una guitarra, más puro y profundo que los intelectuales de izquierdas. Al fin vibró Veloso con el directo de los Rolling Stones. Nunca ha sido un extraordinario guitarrista, pero a los ignorantes europeos su talento y duende nos sobrecogen de sobra.