Image: Historia del estructuralismo

Image: Historia del estructuralismo

Ensayo

Historia del estructuralismo

François Dosse

16 septiembre, 2004 02:00

François Dosse. Foto: Akal

Trad. Mª del Mar Llinares. Akal, 2004. 2 vols. 461 y 533 págs, 55 euros

Uno de sus más célebres representantes, Foucault, definió el estructuralismo no como un método nuevo de conocimiento, sino como "la conciencia despierta e inquieta del saber moderno".

Es innegable que el estructuralismo despertó e inquietó durante los años 50 y 60 a lo más granado de la vida intelectual francesa y, desde ella, se irradió durante tiempo a otros países, a otras tradiciones culturales y a otros ámbitos, como cuando el seleccionador nacional de fútbol francés anunció una renovación "estructuralista" del equipo para que jugara mejor. Desde el punto de vista filosófico, el estructuralismo podría considerarse como una reacción contra la fenomenología de Husserl, que había colocado el uso de los signos bajo la dependencia de las lógicas del sentido. El estructuralismo se vincula, pues, con la tradición aristotélica recuperada en la Edad Media con el desarrollo de la retórica, la lógica, el nominalismo y, ya en el siglo XVII, con la gramática de Port-Royal, una línea explícitamente reivindicada por Chomsky. Pero el estructuralismo no se aplicó solo, ni siquiera principalmente, a cuestiones lingöísticas -aunque la ligöística haya sido una de sus grandes deudoras y, en algunas corrientes, prácticamente la única disciplina que mantiene esa herencia- sino que, como pensamiento global, abarcó otros muchos campos. De hecho, las lumbreras del estructuralismo que fueron Roland Barthes, Michel Foucault, Jacques Lacan, Louis Althusser y, a su modo, Claude Lévi-Strauss no dedicaron muchas páginas al lenguaje y la reflexión sobre este se convirtió, más bien, en la simple puerta de acceso a cuestiones de otro orden. Los lectores que consulten la obra de Françoise Dosse deben tener en cuenta algunas claves para una lectura provechosa: el libro se plantea, fundamentalmente, como un capítulo de la historia cultural francesa dividido en dos tramos: desde 1945 a 1966 y desde esta última fecha hasta 1990. Esto es, se da por hecho la matriz gala del paradigma estructuralista e intelectuales franceses son sus principales intérpretes.

No se trata de una historia al estilo convencional, sino que muchos de sus protagonistas hablan en el libro en forma de entrevistas con el autor donde revelan datos sobre su formación académica, sus intereses intelectuales o, simplemente, sobre su vida; esta particularidad -que, en mi opinión es un acierto de Dosse- aporta al libro un conjunto de datos siempre representativos que serían difíciles de encontrar en una historia de desarrollo más convencional. En cierto sentido, lo que el autor propone es una historia-archivo, por llamarla así. Lo que el lector no encontrará es un balance sobre los pros y contras del paradigma estructuralista, ni tampoco menciones a las duras criticas recibidas por este en los últimos años, críticas que lo caracterizan -cuando se aplica a cuestiones sociológicas, antropológicas o culturales- como un pensamiento reaccionario que a coadyuvado a la aparición de ideologías que acechan a la modernidad.